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TALAVERA DE LA REINA

Demasiada generosidad

La lluvia no dejó de amagar y la tarde resultó fresca y generosa, tanto por parte de los toreros como por lo correspondiente al público, que solicitó trofeos en exceso. Los toreros derrocharon voluntad ante unos toros nobles, más bien sosos y con las fuerzas parcas y demasiado justas.De las faenas realizadas, destacó la que Pepín Liria le hizo a su primer toro. Fue un colaborador sin problemas, salvo el de mantenerle a flote. Y el torero se templó y le corrió la mano a media altura con suavidad. Un buen enfermero que logró series estimables, estuvo a gusto y, dentro de un orden discreto, llegó a recrearse.

A su segundo, Liria también lo recibió de capote con largas cambiadas en el tercio, y variados capotazos de distinta factura. Pretendió oficiar de enfermero por segunda vez, pero fue inútil: el animalito, muy protestado por el respetable, no podía ni arrastrar su alma en pena.

Camacho / Tato, Cordobés, Liria

Toros de María del Carmen Camacho, terciados, cómodos, muy flojos algunos sospechosos de pitones, nobles; 4º, devuelto por inválido; sobrero de la misma ganadería.El Tato: pinchazo y estocada desprendida (oreja); pinchazo sin soltar y estocada (oreja). El Cordobés: estocada (oreja); bajonazo (oreja). Pepin Liria: estocada desprendida (dos orejas); tres pinchazos y media muy baja (silencio). Los tres espadas salieron a hombros. Plaza de Talavera de la Reina, 16 de mayo. Un tercio de`entrada. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Joselito, muerto en esta plaza.

El Tato en el primero, que recibió con una larga cambiada entre las rayas del tercio, procuró una faena que le salió desigual y se quedó en unos ayudados por alto y una serie con la derecha, a partir de la cual el toro se agotó. Al cuarto le dio un espadazo del que salió con la taleguilla rota. La faena de muleta no pasó de- voluntariosa, en series por ambos pitones fuera de cacho.

El Cordobés hizo de todo, menos torear. Tampoco es que tuviera, como sus compañeros, demasiado material adecuado. A su primero le apañó un trasteo de muleta trompicado, y nos regaló al final tres bellos saltos de la rana. En el paradísimo quinto, dedicó gestos y aspavientos al tendido y a su pobre burel. En su haber, eso sí, la entrega a la hora de utilizar la espada en su primero, que le valió salir prendido, con la chaquetilla rota y ganó una oreja por petición mayontaria.

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