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Boeing advierte que si la UE veta la fusión con McDonnell abrirá una guerra comercial

Boeing, el mayor constructor aeroespacial del mundo, lo tiene claro. Si el proyecto de fusión con McDonnell Douglas recibe el visto bueno de las autoridades norteamericanas y el veto de la Unión Europea "se Convertirá en un problema comercial euronorteamericano", en abierta referencia a la posibilidad de represalias de la Administración Clinton. Los senadores de los Estados norteamericanos en los que se encuentran las principales instalaciones de Boeing y McDonnell están presionando a la Casa Blanca para que mantenga una posición firme frente a la Comisión Europea.

La portavoz de Boeing, Sherry Neble, advirtió el lunes por la noche que la Administración Clinton "es muy agresiva en materia comercial" y aludió a la posibilidad de que se desencadene un enfrentamiento entre la UE y EE UU si la primera impone sanciones a la sociedad resultante de la fusión.Por su parte, el comisario europeo de la Competencia, Karel Van Miert, negó ayer en Bruselas haber intervenido por motivos políticos y anunció que a finales de mes expondrá las condiciones que exige la UE para aprobar la fusión, que por ahora considera "inaceptable".

Bruselas entiende que la unión de Boeing y McDonnell puede derivar en una posición dominante, en detrimento del consorcio europeo Airbus. Por el momento, la Administración estadounidense sigue muy de cerca el proceso y ha pedido a Bruselas que efectúe un análisis imparcial de la situación. En los aviones de más de 100 pasajeros, Boeing controla el 60% del mercado de la aviación comercial, Airbus el 35% y McDonnell Douglas el 5% restante.

Si el expediente abierto por la Comisión Europea llega a la conclusión de que la fusión crearía una situación contraria a la libre competencia, las dos empresas podrían ser multadas con 4.000 millones de dólares (580.000 millones de pesetas).

Los siete senadores de Kansas, Missouri y Washington, a los que respalda también Trent Lott, líder de la mayoría republicana en el Senado, consideran que las "negativas opiniones" de Van Miert "son inapropiadas, basadas en prejuicios y gravemente perjudiciales", para las dos empresas y para "una justa e imparcial investigación antimonopolio por parte de las autoridades regulatorias".

Lo que reclaman los senadores, preocupados por las repercusiones en el empleo de sus respectivos Estados si la fusión no sigue adelante o se modifica, es que la operación, con "importantes implicaciones para la seguridad nacional y la fortaleza económica, se revise y se decida estrictamente por sus méritos" y que "no se permita que se convierta en un asunto político", en referencia al posible deseo comunitario de revisar el acuerdo bilateral de 1992 sobre limitación de ayudas públicas a la industria aeronaútica.

La fusión de Boeing y McDonnell -en realidad, absorción de la segunda- fue muy laboriosa. La operación, con un volumen de 13.300 millones de dólares (1,92 billones de pesetas) en canje de acciones, se anunció el 15 de diciembre pasado.

La sociedad resultante tendrá unos ingresos estimados para 1997 de 48.000 millones de dólares (6,96 billones de pesetas) y una plantilla de 200.000 empleados en 27 Estados del país. La preocupación por las consecuencias de la fusión no sólo es europea. La autoridad regulatoria de EE UU está investigando sus términos y el Pentágono estudia el riesgo de que la industria de la defensa, en pleno proceso de reorganización y concentración, se resienta por falta de competencia.

La Comisión Europea negó ayer las acusaciones americanas de que está analizando la fusión desde una óptica política. Van Miert reaccionó mediante una nota de prensa. "Nuestro análisis sobre este caso se ha conducido estrictamente a través de las líneas y criterios que están escritos en el marco legal de la regulación europea sobre fusiones; y en nada más", subraya el comisario, informa desde Bruselas Walter Oppenheimer.

El comisario recuerda que ya el 19 de marzo, y a la vista de las dudas que plantea el acuerdo entre los dos gigantes norteamericanos, se abrió un proceso de análisis. "Espero que nuestra declaración de objeciones esté lista a finales de mayo. En ese documento, que remitiremos a las compañias afectadas, pondremos en claro todos los elementos que provocan nuestra profunda preocupación", añade. Van Miert adelanta que propondrá a las compañías los "remedios" que Bruselas considera necesarios para superar sus preocupaciones.

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