Un jurado de Florida absuelve a una empresa de cigarrillos de la muerte de una fumadora
Las tabaqueras de EE UU a sumen que no pueden "comprar" su inmunidad
No todo van a ser malas noticias: la acorralada industria del tabaco de EEUU dio ayer un provisional suspiro de alivio al conocer el fallo de un jurado de Jacksonville, Florida, que absolvió al grupo R.J. Reynolds de responsabilidad en la muerte por cáncer de pulmón de una fumadora. Después de 8 horas de deliberación, el jurado concluyó que los fabricantes de los cigarrillos que fumó Jean Connor desde la adolescencia hasta dos años antes de su muerte, en 1995, no pueden ser acusados de actuación negligente ni de haber comercializado un producto peligroso o defectuoso.
En Dallas, mientras, se reanudaron ayer las conversaciones entre los ejecutivos de la industria del tabaco y los responsables de Justicia de los Estados que quieren recuperar los gastos de salud pública ocasionados por las enfermedades atribuídas al tabaco. La industria está retrocediendo en sus pretensiones de conseguir la inmunidad.En Jacksonville, las lamentaciones de la hermana de Jean Connor -"es como verla morir otra vez, y ver que sigue habiendo una industria a la que no le importa que ella muriera a causa de su producto"- contrastaron con las palabras de Paul Crist, abogado de R.J. Reynolds: "Naturalmente que estamos satisfechos por el veredicto. Se ha reforzado nuestra confianza en el sistema del jurado", declaración sincera a la vista del horizonte de obstáculos en los tribunales que tiene la industria: sólo Norwood Wilner, el' abogado que ayer perdió el caso pero que ganó el pasado verano la primera sentencia contra una tabaquera, ha presentado 300 demandas en otros tantos tribunales. Wilner confió ayer en tener más éxito en el futuro..
Docenas de abogados en EEUU se encargan de otras demandas y confían en los sondeos que indican que la opinión pública producirá muy pronto jurados condenatorios de la industria. El de ayer fue más sensible a los argumentos de la empresa, que señaló que Jean Connor era una persona adulta consciente de los riesgos del tabaco y responsable de sus consecuencias, que a las razones del abogado, que acusó a Reynolds de conocer y no revelar tanto la capacidad de adicción de la nicotina como la relación causa-efecto entre fumar y desarrollar cáncer. Hasta el momento, ha habido sólo dos decisiones de jurados en contra de las tabaqueras, pero ambas están recurridas y la industria todavía no ha tenido que pagar nunca ni un sólo dólar en indemnizaciones.
Los directivos de las tabaqueras reunidos en Dallas debieron agradecer la decisión del jurado de Florida, aunque les sirva de poco en la batalla contra los 25 Estados -ayer se incorporó Montana, con lo que ya son la mitad de los que tiene EE UU- que reclaman miles de millones de dólares en concepto de compensación por los gastos que debe abordar la sanidad pública para tratar a los fumadores.
Las negociaciones -secretas al principio, pero descubiertas desde el 16 de abril- se iniciaron con la pretensión por parte de la industria de que el pago de 44 billones de pesetas en 25 años sirviera como paraguas legal para evitar la lluvia de demandas particulares y colectivas sobre su presunta res ponsabilidad en las enfermedades atribuídas al tabaco. El clamor de los diferente grupos reforzó a los fiscales y uno de los más significados, Hubert Humphrey, responsable de Justicia de Minnesota, señaló:"¿Se debe aceptar este acuerdo? Francamente, creo que no. Tenemos casos muy sólidos y si lo intentamos y ganamos, aunque sean unos pocos, tendremos a la industria no sólo en la mesa de negociaciones sino de rodillas".
Anticipando esa incómoda postura negociadora, los ejecu-tivos han dado a entender que consideran irrealizable el objetivo de la inmunidad. Para conseguir, sin embargo, una mejor situación ante los tribunales, están discutiendo diversas concesiones: la supresión de las carteleras publicitarias, la eliminación de las máquinas expendedoras de cigarrillos, la financiación de campañas antitabaco, la prohibición total de fumar en los lugares de trabajo y la incorporación a las cajetillas de etiquetas más explícitas sobre los riesgos del tabaco.
Entre los golpes más duros recibidos recientemente por la industria se encuentra la decisión de un juez de considerar que los productos del tabaco pueden ser regulados como una droga.
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