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España apuesta en la visita de los Reyes a Moscú por la identidad europea de Rusia

España apuesta por la nueva Rusia como parte integrante de Europa, y no como un elemento periférico en el contexto de la seguridad del continente. Éste es el principal mensaje político que los Reyes transmitirán hoy en Moscú a Borís Yeltsin, y sobre este eje girará el discurso que esta noche pronunciará don Juan Carlos en la cena de gala. La visita real se inició ayer con un buen augurio: El presidente ruso, Borís Yeltsin, pasó la prueba y recibió a don Juan Carlos y doña Sofía en el Kremlin, aunque sin despejar las incógnitas sobre si ha superado sus graves problemas de salud.

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La expectación en el acto de recibimiento oficial que el presidente ruso y su esposa, Naína, dieron ayer a los Reyes en la sala de San Jorge, estaba centrada, como tantas otras veces en el último año, en el aspecto físico de quien, a pesar de las turbulencias de su salud y de su país, dirige una potencia que no se resigna a dejar de ser imperio. Yeltsin estaba demacrado, aunque cualquier ruso parece un vaso de leche en comparación con el bronceado del Rey. El líder ruso caminó unos 40 metros, con paso hierático, sobre la alfombra roja, bajo las enormes arañas de cristal, y escuchó junto a sus invitados los himnos nacionales. Luego, sin descomponer el gesto y con alguna esporádica sonrisa, saludó a la treintena de personalidades que asistieron a la ceremonia.Los dos jefes de Estado llevaban trajes azul oscuro; la reina, uno rosa, con bolso en bandolera; Naína Yeltsin, un discreto conjunto gris. El marco era espléndido. Allí estaban el primer ministro, Víktor Chernomirdin; el jefe de la Administración presidencial, Valentín Yumashev, y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, una de las dos eles (la otra es Alexandr Lébed) favoritas para suceder a Yeltsin, junto a una ene, el nuevo primer viceprimer ministro, Borís Nemtsov.

La ceremonia duró apenas 10 minutos. Eran las 16.40 en Moscú (dos horas menos en la España peninsular). Una hora antes, Chernomirdin había recibido en el aeropuerto de Vkonovo 2 a don Juan Carlos y doña Sofía, que iniciaban así su primer viaje oficial a la nueva Rusia, aunque ya estuvieron en 1984, cuando la perestroika no había empezado aún a socavar los cimientos del comunismo y de la URSS.

La visita se inició con buen auspicio y la ceremonia en el Kremlin despejó las últimas dudas sobre la capacidad de Yeltsin de recibir a sus invitados reales. De hecho, la confirmación oficial de que el presidente ruso asistiría a la cena de gala no llegó hasta el domingo, lo que acentuó la inquietud de la parte española, que recibió el viernes pasado la poco estimulante noticia de que la agencia estatal Itar Tass informaba desde Sochí, en el Cáucaso, de que Yeltsin reanudaría allí sus vacaciones ayer, justo cuando debía recibir a los Reyes.

Desmentidos

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Hubo desmentidos rotundos, tanto del Kremlin como de la Casa Real, pero la duda quedó flotando en el ambiente, ya que el retorno de Yeltsin a Moscú el pasado miércoles, precisamente desde esa estación balnearia, fue especialmente extraña, ya que acababa de llamar, para que fueran a verle allí, a Nemtson y al ministro de Interior, Anatoli Kulikov. Finalmente, parece que el único acto inicialmente previsto con los Reyes del que estará ausente su anfitrión será la sesión especial del teatro 13 Bolshoi, que con La sílfide de Lovenskjold en el programa, se celebró anoche. En el palco de honor, de pie, los Reyes y el matrimonio Chernomirdin escucharon los himnos nacionales. Detrás de ellos, les secundaban el ministro de Exteriores, Abel Matutes, el primer viceministro ruso, Igor Ivanov, y sus respectivas consortes.

La visita es importante, sobre todo porque viene a llenar un vacío casi escandaloso. Una fuente diplomática asegura que Exteriores carece de una política coherente respecto a Rusia, y califica el viaje de "salvas sin contenido". Además de la reducción de direcciones generales, hay que tener en cuenta que desde septiembre de 1995, cuando Felipe González hizo un viaje oficial a Moscú, no ha habido ningún viaje de alto nivel. El que Chernomirdin tenía previsto realizar a España se ha retrasado en varias ocasiones a causa de la complicada situación interna rusa. El nivel de las relaciones está ahora a años luz de las que había en tiempos de González y de Mijaíl Gorbachov, que cultivaron mucho sus afinidades.

Lo que ahora hace falta son gestos concretos. En una reunión celebrada ayer en Moscú, numerosos empresarios de la delegación que acompaña a los Reyes plantearon sus inquietudes y quejas al secretario de Estado de Comercio, José Manuel Fernández Norniella. Altos aranceles, aduanas falsas, ausencia de créditos y dificultad en la obtención de visados fueron algunos de los temas planteados. Los ejecutivos que están dispuestos a invertir en Rusia, pese a los riesgos, pidieron a la Administración que especifique cuál es el apoyo que está dispuesta a prestar. Norniella les contestó que espera poder dar respuestas en semanas.

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