Muere Narciso Yepes, maestro de la guitarra clásica
El instrumentista, que falleció en Murcia a los 69 años, llevó por todo el mundo la música española
Tras siete años de penosa y discreta enfermedad, el guitarrista Narciso Yepes falleció ayer, a primera hora de la mañana, en el hospital Morales Meseguer de Murcia. Sus restos serán incinerados hoy, y las cenizas esparcidas junto a un convento cisterciense de Guadalajara.Narciso García Yepes (Lorca, 14 de noviembre de 1927) nació en el seno de una familia campesina. Al cumplir los cuatro años le regalaron su primera guitarra, y poco tiempo después empezó su formación musical. Cada día llevaban al pequeño Narciso, montado en un borriquillo, desde su casa en la huerta hasta Lorca (unos siete kilómetros), donde estaba la academia de música más cercana. Tras la guerra civil su familia emigró a Valencia y allí pudo ingresar en el conservatorio a los 13 años.
El salto de Narciso Yepes a la maestría tiene fecha: fue en 1947, con su interpretación del célebre Concierto de Aranjuez, del maestro Joaquín Rodrigo, bajo la batuta de Ataúlfo Argenta.
Superación
Desde entonces, Yepes, que se había curtido también en las largas noches de los cafés cantantes acompañando a cantaores flamencos para coger técnica y velocidad de dedos -después de que el pianista Vicente Asensio le incitara a seguirle al piano y Yepes se declarara incapaz-, inicio una carrera marcada por la búsqueda de la superación permanente, a la que no puso límites. Ginebra, en 1948, y París, en 1952, descubrieron al joven virtuoso, que iba a alcanzar su año de gloria en 1952, al componer su obra Juegos prohibidos, que integraría la banda sonora de la película homónima de René Clément, ganadora de la palma de oro en el Festival de Cannes. En 1964, Yepes tuvo tiempo de inventar la guitarra de 10 cuerdas (con la que dio todos sus conciertos a partir de ese año), que le permitía interpretaciones singulares de piezas renacentistas o barrocas.
Su afán de investigación corrió en paralelo a su carrera de intérprete, forjada en innumerables giras -Japón asistió a sus mayores éxitos-, y fruto del mismo son las 6.000 partituras antiguas no publicadas que recuperó.
La enfermedad le sorprendió hace siete años, aunque la discreción con la que llevó los momentos más dolorosos la recluyó a la esfera familiar. Desde el año 1993 se vio obligado a aligerar su hasta entonces apretada agenda de conciertos por todo el mundo, aunque todavía sacaba, de vez en cuando, fuerzas para reaparecer en los escenarios. Su último concierto fue el 1 de marzo de 1996, en los festivales de Santander.
Se retiró entonces a descansar frente al mar, en su querida casa de Cabo Roig (Alicante). Allí le volvió a sorprender la enfermedad el pasado mes de agosto y tuvo que ingresar en el hospital Morales Meseguer de Murcia, donde permaneció un mes. Recuperado, alternó sus visitas al convento cisterciense de Buenafuente del Sistar (Guadalajara), donde según su esposa, Marysia Szummakowska, encontraban el recogimiento adecuado para la oración, con las estancias en la costa alicantina. Visiblemente desmejorado, Yepes apareció en público, pero como espectador, las pasadas navidades, para presenciar en el Auditorio de Murcia el Concierto de Año Nuevo, que cantó Montserrat Caballé.
Pocos días después, el domingo 26 de enero, y en el mismo escenario, asistió al homenaje que le tributó su región con un concierto de la Orquesta Sinfónica de Murcia dirigida por su hijo Ignacio. La sala de conciertos del auditorio lleva desde entonces su nombre.
Yepes, persona de profundas creencias religiosas, siguió luchando contra la enfermedad con la esperanza de volver a pisar los escenarios. Hace poco más de un mes, el 17 de marzo, habló -por teléfono- en el programa Clásicos populares de Radio Nacional de España, donde anunció que estaba preparando para el próximo mes de octubre una gira con 15 conciertos por Japón, un país que visitó por primera vez en 1960. Además, relató ilusionado que en aquel país estaban preparando una edición especial en compacto de su obra prácticamente completa.
Últimos momentos
El cáncer acabó antes con su vida. El parte médico facilitado ayer señaló que falleció por una parada cardiorrespiratoría y que padecía "linforna con afectación a diversos órganos".
Las últimas horas las pasó con su esposa, su hijo Ignacio y su hermano Agustín. Su hija Ana, bailarina y coreógrafa, estuvo a su lado el pasado viernes, pero tuvo que marcharse a Nueva York por un compromiso profesional. Según contó su viuda, fue el propio Narciso Yepes quien animó a Ana a que emprendiera el viaje: "Le dijo: 'Vete y baila, y lleva el testigo del arte en nombre mío".
La capilla ardiente con los restos del guitarrista lorquino quedó instalada ayer tarde en la iglesia de San Juan de Dios de Murcia, y durante la tarde y la noche se interpretaron algunas obras de Yepes. Esta tarde, el obispo de Cartagena, Javier Azagra, con quien mantuvo una gran amistad, oficiará la misa córpore insepulto.
Nada más conocerse la noticia de su muerte, el Ayuntamiento de Lorca, reunido en sesión extraordinaria, decretó tres días de luto, y el Gobierno regional de Murcia limitó esa misma iniciativa a dos días.
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