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CAMBIO POLÍTICO EN EL REINO UNIDO

Europa confía, en un mayor acercamiento británico tras la gran victoria de Blair

El nuevo primer ministro promete que gobernará para todo el pueblo

El laborista Tony Blair asumió ayer, a los 43 años, la jefatura del Gobierno británico avalado con un apoyo parlamentario sin precedentes en la historia del partido. Su memorable llegada a Downing Street, aclamado como un gran vencedor, fue seguida de una corta intervención en la que prometió gobernar pensando en los intereses de todos. La práctica aniquilación sufrida por el Partido Conservador llevó a John Major a presentar su dimisión como líder tory.

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La llegada al 10 de Downing Street del primer jefe de Gobierno laborista del Reino Unido en 18 años estuvo marcada por la emoción que caracteriza a los acontecimientos históricos. Tony Blair y su mujer, Cherie, fueron recibidos por una multitud de militantes y simpatizantes del partido, ansiosos de celebrar un triunfo esperado durante tantos años. En su primera intervención como primer ministro, Blair se preocupó de tranquilizar una vez más a los británicos sobre sus intenciones nada partidistas. "Vamos a gobernar para todo el pueblo británico, vamos a gobernar como nuevos laboristas, porque ése es el mandato que hemos recibido", dijo.El éxito arrollador del partido, que en las elecciones del jueves obtuvo 419 diputados, el mayor de toda su historia, se produjo a expensas de los conservadores, que, con 165 escaños, han visto reducida casi a la mitad su presencia en la Cámara de los Comunes. Es su peor resultado en 150 años. Siete ministros, además, han perdido su acta de diputado.

La magnitud de la derrota obligó a Major a dimitlr como líder conservador, lo que abre un periodo electoral en los tories en el que de nuevo aflorarán las divisiones suicidas que suscita la Unión Europea. Bruselas recibió con satisfacción la desaparición política de Major, en la confianza de que Blair adoptará una actitud más colaboradora.

Más información en las páginas 3 a 5Editorial en la página 8

La jornada de ayer estuvo repleta de emociones. Apenas dos horas antes de la llegada de Cherie y Tony Blair y los tres hijos de la pareja a Downing Street, John y Norma Major se habían despedido ante la misma famosa entrada de sus colaboradores y del público en general, bastante escaso por cierto. Las cámaras de televisión transmitieron la imagen y las palabras del primer ministro saliente, mientras en las ventanas de la primera planta del que hasta ayer fue su domicilio un grupo de empleadas lloraba en silencio. "Ha sido un privilegio ser primer ministro de este país durante seis años y medio", dijo Major, que no desaprovechó la oportunidad de recordar que deja un país en mucha mejor forma económica del que él encontró cuando en noviembre de 1990 tomó el relevo de Margaret Thatcher, quien ayer advirtió a Blair, en su mejor estilo, que proteja la herencia de sus reformas: "Si no lo hace, me van a oír"Blair tuvo palabras de reconocimiento para su sucesor por la "dignidad" mostrada a lo largo de toda la campaña y en el momento de abandonar el cargo. "Después de 18 largos años en la oposición sin otra posibilidad que hablar, ahora ha llegado el momento de dejar las palabras y actuar", dijo el flamante primer ministro. Consciente de la responsabilidad que asume y de que buena parte de los 13,5 millones de votos conseguidos el jueves por el partido representan a sectores de la Inglaterra profunda y nacionalista, Blair volvió a hacer hincapié, como en su discurso de la noche electoral, en la necesidad de "trabajar con ilusión por la unidad del país. Porque somos el partido del pueblo".

Siete nombramientos

La primera indicación de que el nuevo jefe del Gobierno tiene prisa por poner en marcha su programa llegó a primera hora de la tarde, cuando fueron anunciados los siete primeros nombramientos del que será su Gabinete. No hubo sorpresas. John Prescott, el viejo sindicalista, será el viceprimer ministro y ministro de Transportes y Regiones. Gordon Brown asumirá la cartera de Economía y Hacienda, el puesto más importante después del de primer ministro. Robin Cook, tal y como se preveía, se responsabilizará del Foreign Office. Completan la lista Jack Straw, un miembro del círculo íntimo de Blair, que se hace cargo de Interior; David Blunkett, que asume la cartera de Educación y Empleo; Margaret Beckett, que se encarga de Industria, y lord Irvine, mentor y amigo personal de Blair, que será el nuevo Lord Chancellor (presidente) en la Cámara de los Lores.

La resaca tras la larga noche de celebración del triunfo más sonado y más esperado en la historia del Partido Laborista no se apreciaba en los rostros de ninguno de los miembros del equipo de Blair. Sin embargo, con la práctica totalidad de los votos escrutados a primera hora de la tarde de ayer, eran más evidentes las dimensiones de una victoria que lleva aparejada -como si fuera la otra cara de la misma moneda- el más estrepitoso fracaso conservador de todos los tiempos.

El partido de Blair obtuvo el 43,17% de los votos (419 diputados), mientras los conservadores se quedaron en el 30,6% (165 diputados). Los liberal-demócratas de Paddy Ashdown no subieron demasiado en términos porcentuales -un 17% frente al 16,7% en 1992-, pero esta vez se han beneficiado del voto táctico que ha llevado a muchos seguidores laboristas a votar por ellos en algunas zonas donde eran la segunda fuerza después de los conservadores .De esta forma, el partido de Ashdown ha conseguido 46 escaños, casi el doble de los 26 que tenía.

Los laboristas, además de aumentar su presencia en Escocia y País de Gales, han logrado atraerse los votos de las clases medias en el centro y sur de Inglaterra. El desplazamiento de voto de los conservadores a los laboristas ha sido del 10%. Son muchos los factores que han contribuido a barrer de un soplo el poder tory en el Reino Unido. El primero y más importante ha sido la desunión de un partido que ni siquiera ha sido capaz de conservar una mínima disciplina durante la campana electoral.

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