Festimad se consolida como una gran cita de la música con 90 actuaciones y 14.000 espectadores
"No uso la tecnología como una muleta", afirma el artista norteamericano Beck
La segunda edición de Festimad, que se celebra en El Soto de Móstoles (Madrid), probó ayer que se puede aprender de los errores y abrió a cerca de 14.000 personas un recinto preparado para ofrecer casi 90 actuaciones en 48 horas. A última hora de ayer todo transcurría con normalidad entre una multitud de jóvenes veinteañeros de pelo multicolor, anillos hasta en las cejas y unas ganas tremendas de pasárselo bien. Las grandes estrellas de la primera jornada fueron Body Count, Extremoduro, y el más esperado, Beck. La suspensión de la actuación del grupo británico Suede, por no considerar adecuado el equipo técnico que se le había preparado, empañó el final de una jornada que había comenzado con buen pie.
No se suban a los árboles, rezaba en el recinto un cartelillo de papel como muchos otros con recomendaciones a los asistentes. No se prohibía tajantemente, pero los pocos que lo intentaron bajaron inmediatamente por insistencia de la gente. Por la tarde, entre concierto y concierto, los patos caminaban tranquilamente por las pocas zonas de césped que quedaban libres. La organización había abierto las puertas por la mañana y la llegada fue mucho más escalonada, cómoda y racional que en la primera edición.Todo iba bien, aunque tampoco es que Festimad fuera o pretendiera ser en ningún momento un remedo del jardín del Edén. Las 90 actuaciones de rock, pop, hip hop, reggae, tecno y diversas variaciones sobre estos géneros no dejaban la más mínima posibilidad a otra cosa.
Si bien las actuaciones de la tarde contaron con la tranquila asistencia de un público variado, el ambiente se empezó a animar con la aparición de Body Count. El grupo liderado por el rapero Ice-T "es la única banda de rock negra, a excepción de Fishbone, que hay ahora en Estados Unidos", -según recordó Ice-T poco antes de su actuación. Ellos convocaron al sector más enérgico del público con su música intensa y callejera.
Otro de los artistas que convocó el máximo interés de la prensa fue el también estadounidense Beck, el reverso de la moneda frente a la combatividad del rapero. Beck se distingue por su brillante transparencia. Mientras Ice-T se consideraba un mercenario de la música, Beck aludía a sus inicios como cantautor para mantener cierta ética: "Aunque uso recursos técnicos en mis temas, es algo a lo que no doy demasiada importancia. No utilizo la tecnología como una muleta. Empecé como cantante folk, una música en la que no hay nada que ocultar, y esa es la perspectiva que mantengo".
'Chill out' y siesta
Pese a la variedad, todos tenían su público ayer. No sólo los dos escenarios principales, con su apretado programa de actuaciones, sino también los escenarios hip hop con 10 disc jockeys y grupos raperos de Madrid, Mallorca, Barcelona, Zaragoza y México; o el escenario Todas las novedades, con bandas jóvenes del llamado movimiento alternativo. La carpa de chill-out (donde suele programarse una música tranquila que "enfría" los ánimos y las pulsaciones agitadas por el baile) era ayer por la tarde un simple lugar de sombra para la siesta, pero al anochecer se preparaba para cumplir su verdadera función. Los amantes del reggae también tenían su rincón del parque.
La madrugada tenía otra programación especial con el Inferno danz, a partir de las tres, Disc jockeys de fama internacional tenían prevista su actuación hasta las nueve de la mañana en una fiesta rave que era el principal interés de un sector del público.
La gente se paseaba y se detenía no sólo donde la música sonaba más alta. Un loop para patinadores, con verdaderos acróbatas de las pequeñas ruedas, mantuvo una audiencia atenta y constante toda la tarde. El mercadillo, más ordenado y amplio que el del año pasado, ofrecía no sólo ropa y discos de pequeños sellos. Al pasear por esa calle se podía oír el enervante sonido de las maquinillas de los tatuadores, pasar a una tienda para un masaje relajante o teñirse inmediatamente mechones de pelo morado, rojo, azul o verde.
Dos instalaciones artísticas sembraban un ligero desconcierto entre tanto trasiego. En un sector del parque un grupo de brazos y piernas rojas emergían del césped y en otro, junto a un pequeño olivo, "pastaba" un rebaño de fotografías de ovejas con el lema ¿Dónde está Dolly?
Todo transcurría ayer dentro de la normalidad prevista, a pesar de la suave lluvia que empezó a caer a partir de las siete de la tarde. Es de esperar que todo pueda continuar ordenadamente hoy. Ayer llegaron sobre todo los autocares que traían gente de fuera de Madrid. Habían pagado el precio de la entrada para dos días, con acampada incluida. La zona de acampada estaba bordeada por la avenida Rage Against The Machine -uno de los grandes triunfadores de la anterior edición- y conducía a otras con nombres de grupos como Terror Vision o Rancid. Cerca de 500 personas se ocupaban de la seguridad de los asistentes y otros 300 voluntarios del mantenimiento del entorno. Unos 700 periodistas de radio, prensa y televisión estaban acreditados.
Festimad era ayer una efímera ciudad campestre de la música. Los problemas pueden surgir hoy si llega el gran número de personas que haya optado por comprar la entrada para un solo día. Vendrán muchos de ellos para ver a Prodigy, que cerrarán el Festimad a las tres de la madrugada del domingo. El aforo ayer estaba en su justa medida, prácticamente lleno, pero la multitud de mañana podría romper el equilibrio que hasta ahora ha conseguido mantener la organización.
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