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"Hollywood sólo es un grupo de compañías que se roban los efectos especiales", dice Val Kilmer

El actor norteamericano presenta en Madrid la nueva versión de 'El Santo'

Elsa Fernández-Santos

En EE UU le retratan como un actor complicado y conflictivo. Pero Val Kilmer, de 37 años, parece más un escéptico que, con una fuerte dosis de cinismo, sobrevive en una industria en la que no cree. "Hollywood está muerto, no existe... ¡Y desde luego yo no tengo nada que ver con eso! Hoy Hollywood sólo es un grupo de compañías que se roban entre ellas sus efectos especiales. No les interesa contar historias, sino comerse el pastel", afirma el actor, que ayer presentó en Madrid la nueva versión de El Santo, que se estrena el próximo día 25, y en la que interpreta a Simon Templar, el ladrón de guante blanco creado en 1928 por Leslie Charteris y que popularizó en los años sesenta una serie de televisión.

Val Kilmer, que interpretó en 1991 al Jim Morrison de Oliver Stone, afirma que sus daderos intereses como actor se centran más en el teatro. "Hacer cine es tedioso, lento y poco estimulante intelectualmente", añade el actor, que después de interpretar la segunda parte de Batman no quiso repetir la experiencia dando un plantón a los estudios que contribuyó a agrandar su mala fama. "Cuando dejé Batman me preocupó que los estudios se enfadaran, pero al poco tiempo me ofrecieron otro papel. Así que finalmente no fue tan grave". Kilmer, que inició su carrera junto a Tom Cruise en 1986 con Top gun -"cualquiera que se llame Torri [por Hanks y Cruise] trabaja mucho en Hollywood"-, asegura que muchas veces elige los proyectos sin importarle mucho si serán buenas películas o no. "Trabajé en La isla del Dr.Moreau porque así conocía a Marlon Brando y eso me parecía suficiente. Lo mismo me ocurrió con Heat, trabajaba Robert de Niro. Y acepté Los demonios de la noche para conocer África. Todas estas razones me parecían suficientes para estar ahí".Rubio y vestido al estilo Prada (incluidas unas sandalias de grandes tiras), el actor no se separa de unas gafas de sol que ocultan sus supuestos ojos verdes. Con un cigarro en la mano pregunta por restaurantes "de tapas" en Barcelona, adonde -rompiendo el itinerario de la promoción de su película- ha decidido ir para "hacer un poco de turismo". "Quiero ver algunos edificios de Gaudí", explica.

Quizá sea por el misterio de sus orígenes de indio cherokee, por la inquietante lentitud de sus gestos y respuestas o por su imponente voz, pero Val Kilmer, sin ser un hombre excesivamente guapo, arrastra, paralela a su fama de mal chico, la de gran amante. Al poco tiempo de llegar a Hollywood, repartió sus horas libres entre Cher, Ellen Barkin y Michelle Pfeiffer, a quien dedicó el poema The Pfeiffer howls at the moon (Los aullidos de Pfeiffer bajo la luna). Luego, y dejando a varias candidatas en la estacada, decidió casarse con la inglesa Joanne Whalleey (la nueva Scarlatta O'Hara) con quien ha vivido ocho años y ha tenido una hija.

Pero, poco antes de empezar el rodaje de El Santo en Rusia, el matrimonio se rompió. Unas fotografías delataron como Kilmer fue convenientemente consolado en las calles de Moscú por la mismísima Cindy Crawford. Pero la supermodelo no duró más de una semana. Cuando el rodaje de la película llevaba unos días, la compañiera de reparto de Kilmer, Elisabeth Shue (Leaving Las Vegas), logró con su pequeña y redonda figura desbancar a la kilométrica top.

Kilmer, que no contesta preguntas sobre su vida privada, reside en un rancho en Santa Fe (Nuevo México). "Allí me gustaría poder montar una compañía de teatro", asegura.

Junto al actor, ayer el director de la película, Philipp Noyce (Peligro inminente, Juego de patriotas), explicó cómo llegó a Kilmer el papel de El Santo. "El primer candidato fue Mel Gibson, pero después de tres meses con el proyecto lo dejó por Ransom. El segundo fue Ralph Fiennes quien, después de hacer una serie de sugerencias que nos hicieron cambiar el guión notablemente, también nos falló a última hora por El paciente inglés. Las sugerencias de Fiennes las mantuvimos porque le dieron un giro muy interesante al personaje. Kilmer apareció al final, yo no le imaginaba, acababa de interpretar Batman y éste era un héroe más oscuro. Pero él supo hacerlo suyo".

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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