_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Del amor y otras soledades

CINEViene precedida de la polémica en que se vio envuelta su productora con los abogados del escritor húngaro Vizinczey, tiene uno de los más extraños y sugestivos elencos del cine español en los últimos años, su realización ha insumido una inversión cuantiosa; presenta debilidades de guión un tanto extrañas a tenor del nombre del escritor que firma la adaptación, el gran Azcona.Pero por sobre todas las cosas, En brazos muestra tres características que de inmediato la identifican como insólita y sugerente: una, la inteligencia de la adecuación de la trama original de la novela, no ya la Hungría de la II Guerra Mundial y los primeros años de la postguerra estalinista, sino la España de la guerra civil y los inclementes años 40. Otra, el aplomo y la seguridad con que el debutante Lombardero resuelve las dificultades de un rodaje que debió plantear tantas complicaciones que seguramente en otras manos hubiera devenido un caos. Y finalmente, una factura técnica de impresionante rigor, en la que los trabajos del fotógrafo Alcaine y el director artístico Josep Rosell brillan a gran altura.

En brazos de la mujer madura

Dirección: Manuel Lombardero. Guión: Rafael Azcona, según la novela homónima de Stephen Vizinczey. Fotografía: José Luis Alcaine. Producción: Andrés Vicente Gómez para Sogetel, Lolafilms, España, 1996. Intérpretes: Juan Diego Botto, Miguel A. García, Faye Dunaway, Carme Elias, Joanna Pacula, Rosana Pastor, Imanol Arias, Florence Pernel, Ingrid Rubio. Estreno en Madrid: Ideal Multicines, Cristal, Palafox, Excelsior, Vaguada, Lope de Vega, Tívoli, Acteón, Aluche.

Como muchas narraciones de aprendizaje, En brazos muestra ante todo la desorientación de un adolescente (desdoblado en Diego Botto y Miguel García: un hallazgo el paso de un actor a otro, de una edad a otra) ante el misterio del amor. Con más propiedad, ante todas las ecuaciones que se pueden conjugar a partir de amor/sentimiento de posesión/sexualidad.

Enorme paradoja

Pero también el abismal espacio de libertad que puede producir una guerra, con su interminable serie de sorpresas que se mezclan con temores y abruptos descubrimientos, no el menos importante el de descubrir que la vida pertenece a quien la vive, enorme paradoja en medio del dolor y la muerte.Lombardero parte de un guión tal vez un tanto mecánico en su forma de encadenar situaciones y personajes -sobre todo femeninos, obviamente-, y víctima de un ligero y postrer desvanecimiento de la tensión dramática, cuando justamente el protagonista decide por fin qué hacer con su caótica, desmesurada vida amorosa. Pero su pulso narrativo es lo suficientemente seguro, y las situaciones en que Azcona coloca a sus personajes tan atractivas como para garantizarle no ya un debut prolijo y esperanzador, sino un film solvente, entretenido y en ocasiones apasionante, a pesar de un cierto escoramiento hacia un punto de vista eminentemente masculino que Lombardero, coherente, jamás oculta.

La película goza de un elenco de campanillas que parece siempre plenamente adecuado a la caracterización de los personajes. Botto y García están muy bien en los suyos, Pacula sigue teniendo una de las miradas más apasionantes y Dunaway, dominadora, autoirónica y magnífica, borda su breve aparición. Y sobre todo la audacia de la apuesta de Lombardero, empeñado en no repetir los más trillados lugares comunes sobre la guerra civil y la posguerra.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_