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Rusia se declara dispuesta a firmar el pacto bilateral con la OTAN en mayo

Xavier Vidal-Folch

Lo que hace tan sólo unos meses parecía imposible es ahora inminente. Moscú se declaró ayer dispuesta, por boca de su ministro de Exteriores, Yevgueni Primakov, a firmar en breve un histórico pacto bilateral con la OTAN. La fecha sugerida es a final de mayo. El lugar, París. Este acuerdo, que facilitará la ampliación de la Alianza Atlántica a los antiguos socios del Pacto de Varsovia, sólo tiene que vencer un obstáculo: los aspectos militares de la relación bilateral privilegiada.

"Si el documento está maduro, el presidente Yeltsin podría acudir a París a firmar este acuerdo entre el liderazgo ruso y los dieciséis miembros de la OTAN", dijo Primakov en París, tras entrevistarse con el presidente de la República, Jacques Chirac.Era la primera manifestación pública rusa, resultado de las intensas consultas para hallar fecha y sede convenientes para ambas partes. Pero no constituía un simple encaje de las agendas, sino un dato político de primera magnitud. A saber, la confirmación de que las tres reuniones negociadoras celebradas el pasado trimestre entre Primakov y el secretario general de la Alianza Atlántica, Javier Solana; y la cumbre de Yeltsin con el presidente de EE UU, Bill Clinton, el pasado 21 de marzo, han dado el fruto esperado por los occidentales. Rusia ha soslayado, si no su recelo, si su cerrada oposición a la ampliación de la OTAN.

La fecha del 27 de mayo conviene a todos, porque entonces Clinton aterrizará en Europa: el 28 acudirá a La Haya para una cumbre transatlántica con los quince líderes de la Unión Europea (UE). La sede francesa conviene a los rusos, deseosos de evitar la firma en la capital holandesa -lo que le quitaría solemnidad, haciéndola aparecer como mero añadido de los actos EE UU-UE- o en la demasiado vecina Bruselas. Al tiempo, París está bastante cerca como para facilitar la intendencia y el movimiento de alto personal. A la espera de una definición oficial, la iniciativa ha sido bien recibida en medios atlánticos.

La propuesta rusa de celebrar la firma en París encierra un interés adicional, el de reconocer a Francia un papel diplomático más destacado en las cuestiones geoestratégico-defensivas. La diplomacia francesa se ha apoyado en Moscú para contrapesar la hegemonía norteamericana en Europa.

Desvelos de Chirac

Firmar en París es para Yeltsin la ocasión de compensar los desvelos de Chirac por celebrar una cumbre bilateral limitada al directorio de los cuatro grandes occidentales, algo que el enfado de los restantes socios de la OTAN frustró. Además, Francia sigue siendo el socio más díscolo de la Alianza respecto de Washington, y aún no plenamente integrado en su estructura militar.Más allá de estas volutas -inherentes a la diplomacia-, la redacción del acuerdo está muy avanzada. Solana tratará de ultimarla con Primakov el próximo día 15 en Moscú, en su cuarta ronda negociadora, y quizá en alguna posterior. Para prepararla, el secretario general viajó ayer a Washington, donde se entrevistará con la secretaria de Estado, Madeleine Albright.

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Tras las tres primeras rondas y la cumbre de Helsinki, Moscú aceptó que el pacto no sea un Tratado "jurídicamente vinculante", sino un Acta -como la de Helsinki, que fundó la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa, comadrona de la actual OSCE-, que obligará a ambas partes "políticamente". "Prácticamente todos los mecanismos internos de la Alianza, a excepción del derecho de veto", ilustran fuentes de la misma.

Queda un obstáculo, los elementos de cooperación militar vinculados directa o indirectamente a la ampliación de la OTAN al Este. Los Dieciséis ya se han comprometido a no nuclearizar, en principio, sus nuevos territorios. También a no aumentar sustancialmente el número de fuerzas convencionales estacionadas en los nuevos Estados asociados del Este (probablemente Polonia, Hungría y República Checa), aunque salvando la voluntad de éstos. Pero mientras proponen unas "medidas de confianza [militar]" genéricas -que podrían concretarse después en dispositivos de información mutua e intercambio de imágenes de satélite-, pero en el marco de la reforma del acuerdo FACE (sobre reducción de fuerzas convencionales) de Viena, Moscú pretende que se detallen también en el Acta.

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