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Trascendental golpe de los rebeldes zaireños al hacerse con el ferrocarril de Shaba

La suerte de Lubumbashi está echada. Los rebeldes banyamulenges (tutsis zaireños), en un avance en pinza, han tomado dos estratégicas localidades: Kasenga, a tan sólo 220 kilómetros al noreste de la capital de la rica región minera de Shaba (antigua Katanga), y Kamina, 600 kilómetros al noroeste. Pese a su mayor distancia, Kamina representa el mayor golpe para el régimen de Mobutu Sese Seko, pues con ella pierde el control del ferrocarril de Shaba. Los hombres de Laurent Kabila están en condiciones de entrar en Lumbumbashi en tren en 24 horas. En esta ciudad se les espera en calma.

No hubo combates en Kamina. Los soldados de Mobutu se dieron a la fuga días antes. Esta vez no hubo pillaje. No les dio tiempo. La conquista de Kamina deja también libre el camino para la toma de Mbuji-Mayi, la capital de la región de Kasai Oriental, rica en diamantes.

El problema principal es hacerse con trenes. En Kasenga no hay máquinas. Los rebeldes poseen una locomotora ganada en el norte. Ayer, los banyamulenges avanzaban también hacia la base aérea, a 25 kilómetros de Kamina. Está tan vacía como la ciudad. Este aeropuerto fue utilizado secretamente en la década de los setenta por EE UU para aprovisionar a la guerrilla angoleña de Jonás Savimbi (Unita).

Las caídas de Kamina y Kasenga permiten pensar que la ocupación de las regiones de Kasai y Shaba es cuestión de muy pocos días. Kabila, incluso, ya está firmando acuerdos con las compañías extranjeras que trabajan ahí en la minería. Katanga (que significa Tierra de Cobre) es la mítica tierra que a final del siglo XIX impulsó numerosas expediciones. Belgas, portugueses, británicos y franceses pugnaron por sus mínas.

Mientras, miles de refugiados hutus, aliados de Mobutu en los últimos años, vagan huyendo de los combates. Varias agencias humanitarias señalaron ayer que hay 20.000 cerca de Kisangani. Las cifras, cada vez más reducidas, dan a entender que las denuncias de matanzas deben ser ciertas.

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