_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un intelectual ejemplar

¿Hay un cobijo mejor para un intelectual que el de su propia biblioteca? La de Enrique Lafuente Ferrari, ahora felizmente depositada y abierta al público en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, refleja mejor que nada el talante de su autor, que fue, sin duda, uno de los mejores historiadores del arte españoles de este siglo, pero, además, un gran intelectual, en el sentido de quien puso un gran caudal de conocimientos al servicio de una reflexión crítica de la compleja realidad que le tocó vivir; en definitiva: un sabio.Lafuente Ferrari tuvo una formación universitaria filosófica, que le fue muy útil en su labor investigadora y docente, finalmente centradas en la historia del arte. Compenetrado con el pensamiento de Ortega y Gasset, su contribución a la historiografía artística española ha sido excepcional, porque unió una gran laboriosidad, cuyo testimonio más directo es el enorme número y variedad de publicaciones, con la claridad de ideas y un profundo sentido crítico. Rompió, en este sentido, todos los moldes convencionales en nuestro país, pues se preocupó por cuestiones de teoría y metodología artísticas, y su labor de investigación positiva no padeció de las limitaciones habituales: la "especialitis" y, como ironizaba Ortega, la "datofagia".

Su sentido de la responsabilidad le hizo ser independiente, lo cual, desdichadamente, le granjeó antipatías, injusticias y recelos. Se le cerraron muchas puertas, la de la enseñanza universitaria, la del Museo del Prado y, en realidad, la de cualquier apoyo institucional. No se desanimó, y su admirable y fecunda obra es la que le hace justicia. Ya al final de su vida aceptó ser el primer presidente de la Fundación de Amigos del Museo del Prado, donde hasta el último momento trabajó de forma desinteresada y constante. Era su privilegio.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_