Polémica por el tercio de varas en Las Ventas

La polémica es ahora con los picadores en la plaza de Las Ventas. Los aficionados exigen que salgan por la puerta de cuadrillas, como se hizo toda la vida en cumplimiento de las reglas del arte, no por la llamada puerta grande, según uso arbitrario que viene de pocos años atrás. El cambio a la puerta grande se produjo cuando era empresario del coso Manuel Chopera, con la excusa de que, estando esa puerta próxima a donde el matador recibe habitualmente al toro, no se interrumpe la lidia.

Y no es verdad: se interrumpe. Precisamente porque el picador sale donde se encuentra el toro, los peones han de llevárselo lejos, luego volverlo a traer, y no sólo detienen sino que trastocan el buen orden de la lidia.

Al inaugurarse Las Ventas los aficionados de la época elogiaron su diseño -ajustado al criterio de los maestros en tauromaquia-, con todas las dependencias dispuestas en función de la lidia, especialmente el tercio de varas.

Los picadores, en efecto, salían por el lugar más distante al previsto para fijar al toro y, mientras llegaban, daba tiempo a que el diestro lanceara de capa, por supuesto ganando terreno hacia los medios, de forma que, al rematar, ya estaba el toro en suerte, ya el picador en posición.

Para que esta dinámica tuviera efecto habían de salir los picadores en cuanto quedaba fijado el toro. Y así se hizo, siempre hasta que unos presidentes ineptos, allá por los años 70, determinaron no ordenar su salida hasta que el torero acabara de ejecutar las verónicas.

Con esta demora se producía un parón intempestivo en la lidia y su consecuencia inmediata fue que se generó una absurda estrategia consistente en que los peones la emprenden a capotazos para llevarse al toro y entretenerlo junto a un burladero en tanto comparece el picador.

Todo el sentido de la lidia quedaba trastocado, evidentemente. Pero al empresario sólo le preocupaba que ese tiempo muerto sirviera a los aficionados para descubrir los defectos del toro y protestarlo. Éste fue el motivo de que los nuevos presidentes -más ineptos que los anteriores- autorizaran la salida de los picadores por la puerta grande.

Picadores saliendo por la puerta grande; da risa decirlo.