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La resistencia

Enrique Gil Calvo

Desde que el PNV aprobó su ya famoso documento sobre la pacificación, el escenario vasco se está trastocando con ventaja para los terroristas. Y entre el rosario de signos que lo demuestran destaca el más reciente de las infundadas acusaciones de torturas con motivo de la detención flagrante de un asesino terrorista. Todo lo cual parece significar un radical cambio de alianza por parte del PNV, que de sostener la Mesa de Ajuria Enea, compartir con el PSOE el tripartito de Vitoria y apoyar la investidura de Aznar (más tarde subrayada con el sonoro abrazo de Sondica), ha pasado a suscribir la definición de la realidad que impone KAS, como si se propusiese reeditar alguna especie de coalición abertzale o frente nacional.En efecto, en sus declaraciones a Le Monde, Arzalluz acusaba de lepenismo al entorno de Aznar. Pero si hay que buscarle algún paralelo español al francés Frente Nacional, parece más lógico encontrarlo cerca de Arzalluz, en la propia coalición neonazi autodenominada Herri Batasuna. Pues al igual que el Gobierno francés está lepenizado, aceptando la definición de la realidad que dicta el Frente Nacional (lo que explica la xenófoba Ley de Inmigración propuesta por Juppé), también el PNV parece lepenizado, como si fuera víctima de un síndrome de Estocolmo por su secuestro moral a manos de ETA. De ahí que obedezca su misma estrategia retórica, asumiendo como propias las definiciones de la realidad que impone KAS.¿Cómo explicar este giro copernicario? Sin descartar algún tacticismo negociado con vistas al cupo vasco, la mayor parte de los análisis aducen razones electoralistas. Al igual que la Iglesia vasca se muestra comprensiva con el terrorismo intentando recuperar una feligresía cada vez más secularizada, también el nacionalismo democrático, al darse cuenta de que pierde clientela, coquetea con la retórica terrorista esperando captar o retener a los votantes más impresionables. Esta razón electoralista, a la caza del voto joven fascinado por ETA, es la misma que también explica el increíble cinismo de que hacen gala EA o IU cuando siguen el juego de KAS. Y es que: ya estamos en plena precampaña electoral para el Parlamento vasco, a la vista de que el papel político de Mayor Oreja ha subido y amenaza con disputar al PNV la primacía del mayoritario voto moderado. Pero cabe dudar de que les salgan bien las cuentas, pues los votos que gane el PNV a costa de: HB, IU o EA, difícilmente compensarán los que pierda en, favor de un PSOE en vías de descontaminación y sobre todo de un PP impecablemente liderado por Oreja.

No obstante, de poco sirve recriminar al PNV, reprochándole sus irresponsables contradicciones y su dejación de autoridad como partido vertebrador y gobernante. Cuantos más, ataques reciba de Madrid, más reforzado se sentirá el PNV en su papel de supuesta resistencia antiespañola, que es el falso mito que le sirve de coartada autojustificatoria. Por el contrario, en lugar de insultarle habría que derrochar la suficiente inteligencia emocional como para poder reconfortarle: hasta lograr que el PNV aprenda a resistir de verdad: pero resistir contra ETA, que es quien. le sitia y acecha amenazando someterle, y no contra Madrid, que sólo desearía. poder delegar en las autoridades de Vitoria toda la responsabilidad.

Pues es de aquí de donde arranca el problema: de la impotencia que experimenta el PNV para desarrollar y liderar la resistencia contra el nazisrno de ETA. Como la lucha antifranquista no la protagonizó el PNV sino ETA, hoy, aquél se siente deslegitimado ante ésta. Lo cual explica tanto el complejo de inferioridad. del PNV como el resentimiento de los radicales, que no le perdonan (al igual que le sucede al PCE respecto al PSOE) haber rentabilizado políticamente una resistencia antifranquista que no protagonizó nunca. De ahí la debilidad del PNV ante ETA, que le lleva a poner la otra mejilla como muestra de acatamiento a su definición de la realidad.

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