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Ishiguro: "He escrito sobre lo fácil que resulta desperdiciar la vida"

'Los inconsolables' es "una comedia surrealista", según el autor

Kazuo Ishiguro (Nagasaki, 1954) ha hecho un quiebro en su trayectoria narrativa. Tras el éxito de Los restos del día, versión cinematográfica incluida, se planteó hacer algo distinto. El resultado, seis años después, es Los inconsolables (Anagrama y Edicions 62), novela onírica que toma como punto de partida la llegada de un pianista a una ciudad centroeuropea. "He querido escribir sobre lo fácil que resulta desperdiciar la vida", explicó ayer Ishiguro en Barcelona, donde presentó las versiones castellana y catalana de su novela.

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"Será que me he hecho mayor", se justifica Ishiguro con una sonrisa todavía juvenil, "pero ahora veo las cosas de un modo distinto". Debe de ser cierto, ya que entre otras cosas se ha consolidado como uno de los mejores novelistas británicos, ha tenido una hija y ha visto cómo crecía la expectación ante su próximo libro. Quizás por eso se lo ha: tomado con tiempo y ha querido abandonar el mundo realista de sus tres novelas anteriores."Antes situaba mis libros en un pasado que no había vivido", explica, "mientras que con Los inconsolables me he adentrado en un mundo onírico, un poco surrealista, partiendo de dos metáforas: la de un pianista que ha perdido su programa y la del miedo escénico que sobreviene antes de una actuación".

Pianista

El protagonista de Los inconsolables es un pianista llamado Ryder que, ante la pérdida de su programa, se ve inmerso en "una especie de comedia surrealista" y Convertido en un mesías por una población en busca de certezas. "En un principio", comenta Ishiguro, "pensé en un líder político que llega a una sociedad en conflicto para protagonizar mi novela, pero lo cambié porque no quería que confundieran el libro con una alegoría sobre hechos históricos recientes, Bosnia por ejemplo".El político se convirtió, por tanto, en pianista y el paisaje realista dejó paso a un mundo desconcertante en el que asoma la comedia y en el que la música contemporánea es una metáfora de los problemas del mundo actual. Los críticos ingleses han visto en el libro la sombra de Kafka, Lewis Carroll y Musil, pero Ishiguro se siente más cómodo con otras comparaciones: el cine de Buñuel, por ejemplo, y la literatura surrealista.

Aunque nació en Japón, Ishiguro vive en Inglaterra desde los seis años y se ha convertido en uno de los valores sólidos de la narrativa británica actual. "Procuro no plantearme si prima más mi visión oriental o la occidental cuando escribo una novela", dice, "aunque es cierto que mis padres me educaron - pensando en volver a Japón. Desde que empecé a publicar me colgaron influencias japonesas, pero yo me siento un autor británico".

Pimpón a la japonesa

Para ilustrar su adaptación a la cultura británica, cuenta Ishiguro que de joven representaba a su ciudad en campeonatos de pimpón y que sus contrincantes siempre acentuaban su temor al ver que tenían que enfrentarse a un japonés. "Yo solía coger la pala como los europeos, pero me di cuenta de que me temían aún más si la agarraba a la japonesa", recuerda. "Así pues, me decidí a hacer el cambio, pero fue un error, ya que quizá los impresionaba más pero se me escapaban muchos puntos. Con la literatura pasa algo parecido: no puedo ir de japonés cuando me siento un autor británico".Desde que publicó Pálida luz de las colinas, a la que siguieron Un artista del mundo flotante y Los restos del día, Ishiguro llamó la atención de la crítica, que se ha mostrado un tanto desconcertada con Los inconsolables, novela que ha sido calificada por algunos de obra maestra y por otros de frustrante. "Me he limitado a escribir sobre lo que me apetecía", asume Ishiguro. "No quería repetirme, aunque de hecho siempre me ha preocupado lo fácil que resulta desperdiciar la vida y el talento. Éste era el tema de mis novelas anteriores y lo sigue siendo en ésta, aunque con una óptica distinta".

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