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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El espejo balear

EL HOMBRE que durante 13 años presidió el Gobierno de Baleares, Gabriel Cañellas, presentado en su día por José María Aznar como ejemplo de lo que sería una España gobernada por el PP, comparecerá próximamente ante un tribunal para responder de sendos delitos de prevaricación y cohecho. Cañellas, que ya fue obligado a dimitir de la presidencia del Gobierno y del partido en las islas -algo que nunca perdonó-, anunció ayer su intención de renunciar "transitorianiente" a la presidencia del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea regional, pero no a su escaño, como solicita la oposición."El pueblo ha dicho que somos honrados", declaró Cañellas tras convalidar en las autonómicas de 1995 la mayoría absoluta. Semejante autoexculpación no le sirvió para evitar que la justicia siguiera la investigación y fuera acusado por la fiscalía anticorrupción de haber cobrado al menos 50 millones de pesetas de comisión de una empresa a la que se adjudicó en 1988 la construcción del túnel de peaje de Sóller. Se desconoce el destino de otros 70 millones también pagados por la empresa concesionaria, que por lo demás pertenecía a un socio privado de Cañellas. Se trata, por tanto, de un asunto en el que, como suele ser habitual en los casos de corrupción, se mezclan intereses privados, de partido y públicos. Ese escándalo se une a otros pendientes de resolución judicial definifiva, como el intento de soborno de un concejal socialista de Calvià, en el que también aparece implicado Cañellas.

Más información
Cañellas se sentará en el banquillo por el cobro ilegal de 50 millones

Nada de esto le ha impedido seguir manejando los hilos de la política balear: así se demostró cuando forzó desde el grupo parlamentario la dimisión de su sucesor sin que la dirección nacional del partido se atreviera a intervenir, en contra de la doctrina asentada cuando el PP ejercía de opositor flamígero. Pero, como antes le pasaba al PSOE, no hay escándalo enterrado que no acabe reapareciendo en el momento más inoportuno: Aznar deberá responder hoy en el Congreso de los Diputados del olvidado (hasta hace poco) asunto de Zamora, que data de 1987. Aparte de su feudo gallego, el PP gobernaba entonces en Castilla y León, Baleares y Cantabria (con Hormaechea): los espejos en los que había que mirarse.

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