Dudas sobre si el desertor Hwang Jang-yop llegará finalmente a Seúl
La historia tiene hasta el momento todos los elementos de una novela de la guerra fría, y aún no ha terminado. La cuestión ahora es si Hwang Jang-yop disfrutará de un confortable retiro en el mundo libre, o si pronto se convertirá en víctima de un escuadrón de Corea del Norte.Hwang, el funcionario de mayor rango que jamás ha desertado del último Estado estalinista duro, parece que ha pasado la noche del martes en el norte de Filipinas, en la ciudad de Baguio, después de ser sacado clandestinamente fuera de Pekín en la madrugada del lunes. En Seúl, un portavoz declaró: "Con la cooperación de un tercer país, lo tenemos en un lugar seguro y a salvo. Está bajo nuestro control".
Desde el momento en que Hwang buscó refugio el 12 de febrero en la sección consular de la Embajada de Corea del Sur en Pekín, China ha luchado para quitarse de encima este conflicto diplomático tan desafortunado. La cuestión era no ofender a Pyongyang, con quien Pekín mantiene una buena relación, al tiempo que enviaba a Hwang a su destino final preferido de Seúl, con el que Pekín mantiene en la actualidad una importante relación comercial. Había pocos países dispuestos a arriesgarse a ofrecer al desertor una escala a medio plazo segura, hasta que Filipinas dio el paso adelante.
Desde su carrera inicial al consulado de Corea del Sur en un taxi de Pekín, después de despistar a sus colaboradores durante una salida de compras por la capital china, la fuga de Hwang ha sido la escena del teatro del espionaje. El desertor de 73 años era el número 24 en la jerarquía del poder político en Pyongyang y uno de los ideólogos del régimen.
Inicialmente la deserción abochornó a las legiones de norcoreanos que hay en Pekín, que recorrieron los alrededores del edificio consular con la rigurosa insignia del Gran Líder, Kim Il-sung, pinchada, de forma insólita, en el interior de sus chaquetas.
C The Independent / EL PAÍS
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