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La Casa Blanca reconoce que el FBI le informó sobre un plan chino para influir sobre Clinton

Las acusaciones sobre la posible participación de China en la financiación de la última campaña electoral del Partido Demócrata estadounidense empiezan a causar daños a las relaciones entre Pekín y Washington. El Ministerio chino de Exteriores presentó ayer una dura protesta oficial al representante diplomático de EE UU en Pekín. Esas acusaciones también muestran serios problemas de funcionamiento en la Casa Blanca, cuyo portavoz dijo ayer que Bill Clinton no fue informado de las sospechas del FBI sobre el presunto intento chino de comprar influencia en Washington. El FBI dio cuenta de sus sospechas a dos miembros del Consejo Nacional de Seguridad, un órgano de la Casa Blanca.

Las autoridades chinas hicieron saber saber ayer a las de Washington que consideran las acusaciones "fabricaciones enfermizas", que le provocan "indignación" y crean "malos sentimientos, que pueden minar las relaciones". La Casa Blanca y el Departamento de Estado, que desean que el segundo mandato de Clinton se caracterice por el deshielo en las relaciones con China, tampoco ocultaron su preocupación por la continua aparición en los medios de comunicación estadounidenses de informaciones que aseguran que funcionarios de la Embajada china o millonarios norteamericanos de origen asiático vinculados a Pekín fueron particularmente pródigos con los recaudadores del Partido Demócrata. De una parte, temen las repercusiones, negativas en las relaciones con Pekín; de otra, la potencial gravedad para Clinton de unas revelaciones que vinculan a una gran potencia extranjera con la recogida de fondos para financiar la campaña de su reelección.La última revelación, publicada el domingo en The Washington Post, es la que afirma que el FRI advirtió a seis miembros del Congreso de que eran objeto de un esfuerzo ilegal por parte de China para pompear dinero en sus respectivas campañas electorales. El único parlamentario citado en la información, la senadora demócrata por California Dianne Feinstein, ha confirmado que recibió esa advertencia.

El presidente, sin embargo, asegura nunca recibió esa información. Poco antes su portavoz, Mike McCurry, admitió que el FBI había advertido en junio de 1996 a dos miembros del Consejo Nacional de Seguridad, pero éstos no transmitieron el mensaje ni al presidente ni a otros responsables del Ejecutivo. "Debemos determinar cómo ha pasado esto ( ... ), ver qué dicen los agentes, si recibieron instrucciones de alguien. Entonces tomaré la decisión apropiada", añadió Clinton en una conferencia de prensa.

Hace unas semanas, The Washington Post ya había publicado, sin facilitar más detalles, que el FBI tiene constancia de que la Embajada china en Washington estuvo relacionada con la canalización de fondos para la campaña de Clinton. Por otra parte, existen pruebas de que millonarios asiáticos como John Huang y Charlie Trie aportaron cantidades sustanciales -en ocasiones en la misma Casa Blanca- a los recaudadores de la campaña presidencial, intentando conseguir acceso directo a la Casa Blanca para funcionarios del Gobierno chino.

También está probado que en la recaudación de fondos para Clinton fue particularmente activo John Huang, relacionado con el grupo Lippo, de bandera indonesia, propiedad de la familia de origen chino Riady y con buenas relaciones con Pekín. Huang era un visitante asiduo de la Embajada china en Washington.

Hipótesis devastadora

Queda por despejar la duda clave de saber si los personajes citados actuaban por su cuenta en el intento de conseguir acceso al Ejecutivo norteamericano, o si, como cree el FBI, formaban parte de una operación de China para influir en las decisiones políticas y económicas de la Casa Blanca. La confirmación de la segunda hipótesis sería devastadora para Clinton.Mientras tanto, ayer se supo que hasta los indios, la comunidad étnica más pobre de Estados Unidos, fueron exprimidos por los recaudadores demócratas. Dos tribus cheyennes de Oklahoma estrujaron sus magras carteras y contribuyeron con un total de 107.000 dólares (unos 15 millones de pesetas) a la campaña de Clinton, porque les habían dicho que el presidente les devolvería 7.500 acres de tierra (3.000 hectáreas) que el Gobierno federal les arrebató hace un siglo. Las dos tribus cheyennes -un total de 11.000 personas, el 80% de ellas en el paro- no han recuperado todavía -ni probablemente recuperarán- los terrenos que Washington les quitó en 1869 para construir un fuerte, y que ahora utiliza el Departamento de Agricultura.

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