Mujer sin plan
ELABORAR UN Plan para la Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres (PIOM) sin consultar a las principales organizaciones de mujeres del país resulta harto significativo de un cierto paternalismo machista. Pero es que justamente ésa es la filosofía que parece inspirar el primer plan que ha aprobado el Gobierno del PP: la del premio a las mujeres, antes que la del derecho que les arropa en su camino hacia la igualdad.Que el responsable de este plan sea un hombre -Javier Arenas, como titular del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales- es lo de menos. Ahora bien, no está de más recordar que el PP renunció a un departamento ministerial de Asuntos Sociales, lo que puede indicar sus prioridades. La objeción básica ante este plan es su vacuidad, al carecer de medidas operativas, y que parece haber sido acelerado para presentarlo la víspera del Día Internacional de la Mujer. Que haya tal día, pero ninguno dedicado al hombre, trabajado r_ o no, es ya de por sí harto significativo. La ONU pretende con ello llamar la atención sobre un problema, pero al mismo tiempo reconoce un cierto fracaso: las consecuencias de la Conferencia de Pekín sobre la Mujer, de 1995, brillan por su ausencia.
Las medidas que propone el Gobierno no sólo aportan parcas novedades respecto a otras expuestas con anterioridad, sino que, al carecer de instrumentos para ejecutarlas, a menudo caen en saco roto. Así, el propuesto fondo de garantía para asegurar la percepción de pensiones por separación o divorcio en caso de impago de la otra parte es algo que ya se ha barajado en anteriores legislturas, para enterrarlo por falta de medios. Volverlo a sacar en la recta final hacia Maastricht, cuando las cuentas del Estado están sometidas a adelgazamiento, puede considerarse como una broma de mal gusto.
En cambio, otras medidas, como las destinadas a asegurar que el embarazo de empleadas no quede reñido con la preservación del puesto de trabajo, sólo exigen voluntad política. Manos, pues, a la obra. Incluyendo los aspectos que más afectan a las mujeres en la reforma laboral en negociación, en la que Javier Arenas tiene también mucho que decir. Pues es en el terreno del empleo y su remuneración donde se producen grandes desigualdades de género. La tasa de paro de las mujeres es casi el doble que la de los hombres, y la que tiene empleo recibe una remuneración media inferior a la del hombre en un 30%, por no hablar de quién controla el dinero en los hogares.
La igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres no requiere sólo medidas de este tipo sino también un cambio profundo de mentalidad entre los hombres e incluso entre muchas mujeres. Es una igualdad que hay que interiorizar en todos los ámbitos de la vida, desde la publicidad que a menudo hace un uso degradante de la imagen de las mujeres hasta el propio ámbito familiar.
Estos son problemas de país avanzado. En el Afganistán de los talibanes, por ejemplo, las mujeres tienen otras preocupaciones. Y hace tan sólo algunos años, el economista Amartya Sen demostraba en sus cálculos que faltaban unos 100 millones de mujeres en el mundo. ¿La razón? El aborto de fetos femeninos en el Tercer Mundo, facilitado por la detección precoz del sexo, tendencia que se puede ver acentuada por los nuevos avances en las técnicas de reproducción.
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