Toros huelga

Vicente Barrera cortó el único trofeo de la cuarta de la feria de la Magdalena. No le fue fácil porque los bichos de Alcurrucén estaban de huelga. No es extraño que las figuras quieran siempre torearlos, y decir torearlos es decir mucho. Con el que cerraba plaza, Barrera consiguió, en me dio de un silencio expectante y con su quietud habitual, una sola verónica pero suficiente. A la salida de un quite plantó las zapatillas y por revoleras hizo pasar al bicho cuatro veces sin mover pestaña. Después, con la muleta, mandó y templó con las dos manos. Cerró la última tanda con dos ayudados. No se precipitó, cuadró despacio a su enemigo y, le cobró una estocada fulminante que le valió la única oreja del festejo.Fue la única que se cortó en tarde de figuras, pero sin toros. Bueno, sin exagerar, con toros inválidos e, tontos y sin fijeza.

Dos de ésos le tocaron a Ponce, que vio con sorpresa cómo sólo con voluntad los tendidos no se conforman. Tampoco con que les hagan abaniqueos y desplantes a toros en huelga. Por eso el público se lo recriminó. Después, la gente se dividió en la petición y finalmente no se impuso nadie. En el primero, Ponce toreó al natural con su conocida facilidad y también con la derecha. Eso sí, despegaíto. Pero claro es que los toros no embestían: pasaban, pero pasaban de todo.

Así que el colombiano César Rincón también se estrelló. También le tocó a Rincón un inválido. Tiene motivos para decirle a su apoderado y dueño de los bichos, señor Lozano, que con esos toritos bobos no se pueden hacer más faenas que al público. Porque hay que ver qué caro resulta ver cortar a las figuras una oreja a un toro. Aunque sea bobo.