_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El negro

El argumento de más salero que. he oído en defensa del negro de Banyoles en su podio es éste: "Estuvo siempre ahí y nadie protestó nunca". ¿Cómo iban a protestar, si todos eran blancos y los únicos negros que se acercaban por el lago eran como Sidney Poitier? Ha bastado que empezaran a llegar negros, y otros negros, negros a trabajar de firme, para que las protestas empezaran. Es decir, llegó gente que se veía en el lugar del bosquimano. O que veía a su padre o a su abuelo. Ésta es la radical diferencia que separa la exhibición de momias de la del bosquimano: nadie ve a su padre en una momía. Que hay gente ofendida por la exhibición es indiscutible; que el patriotismo del negro de algunos ciudadanos de Banyoles es infecto está también fuera de duda. Ahora bien: el museo es un lugar sagrado. Entre otros motivos porque está 7-y debe seguir estando a pesar de la ingenuidad vanguardista- fuera del tiempo. El museo, como las bibliotecas, registra los incidentes humanos, que no suelen estar teñidos de bondad: eliminar de esos lugares la incorrección y hasta la criminalidad sería acabar con ellos: los museos siempre son de los horrores. Ahora vuelvo: siempre me parecio muy reaccionaria la sistemática destrucción de la simbología franquista realizada durante la transición. ¡Qué extraordinario y siniestro museo del franquismo se ha perdido gracias a tanta -y tan sospechosa- pusilanimidad!

Hace poco, una marca de teléfonos móviles se anunciaba en las vallas de ciudades españolas: un grupo de negros canónicamente pintarrajeados ponía una cara canónicamente idiota de estupefacción ante el artilugio. Debajo una cínica leyenda: "Connecting people". Entre los negros no estaba mi abuelo, pero aquella exhibición me ofendió. No he visto que nadie, negro o blanco, haya insinuado lo procedente. Que es sacar la valla del mercado e instalarla en el museo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_