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Condenados a nueve meses de cárcel por vender cupones falsos

, El juez de lo Penal de la Audiencia Nacional, Angel Calderón, ha condenado a un total de 9 meses de cárcel a tres integrantes de una asociación de minusválidos que vendían cupones falsos y no pagaban a los agraciados. Asimismo les condena a indemnizar a los perjudicados con cien pesetas por cupón comprado a las 20 personas que resultaron agraciadas con un premio, y no por el premio que pensaban que les había correspondido.En la sentencia se acredita que en el periodo entre los años 1987 y 1991, al menos 20 personas, de diversas zonas de España, adquirieron 35 cupones premiados con 47.500.000 pesetas, de los cuales sólo un matrimonio cobró dos millones de los algo más de 12 que "ganaron", quedándose el resto sin cobrar sus "premios". En la mayoría de las ocasiones, se extendieron cheques que no pudieron ser cobrados por falta de fondos.

En marzo de 1983 se constituyó la Asociación Coordinadora de Minusválidos Físicos de Parla, con sede en este municipio de Madrid, y presidida por el procesado Antonio Q., quién puso en funcionamiento una venta de cupones "con fines benéficos para su asociación", pero sin tener autorización del Ministerio de Economía y Hacienda. Por este motivo, fue multado por el Ministerio del Interior con dos millones de pesetas.

Premio asegurado

En ese mismo año, Antonio Q. se puso en contacto con el también condenado Juan García, quien se hizo cargo de la cobertura económica, financiando la reanudación de la venta. Asimismo se unieron a la asociación el condenado Pablo Delgado y su hermano, en situación de rebeldía, quienes se hicieron cargo de la explotación de la venta del cupón en diversas zonas del territorio nacional, contratando vendedores y recaudando el dinero.

El grupo instaló delegaciones en diversas capitales del país, poniendo en marcha la venta de cupones M. A. E. (Minusválidos Asociados de España) por valor de 100 pesetas cada uno, de las que el 25% eran para el vendedor y el 75% restante para los organizadores, en combinación con el sorteo diario de la ONCE, por lo que siempre existirían personas premiadas. Los premios de menor cuantía, de 5.000 y 10.000 pesetas se pagaban en las delegaciones, si bien los premios mayores o no se hacían efectivos o se pagaban parcialmente.

Estos hechos, según entiende la Audiencia, son configuradores de estafa, "engaño consistente en la maquinación urdida para ofrecer al público la compra de cupones que ni su objeto era ayudar a personas minusválidas, ni existía la voluntad de abonar los premios". No obstante, la sentencia aclara que donde se sitúa el perjuicio y la magnitud de la estafa es en el precio pagado por cupón y no en el importe futuro por ganar el premio, ya que éste nunca formó parte del patrimonio del perjudicado que compró el cupón.

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