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Una británica gana la batalla judicial para utilizar el semen de su marido muerto

Isabel Ferrer

, El Tribunal de Apelación de Londres autorizó ayer a Diane Blood, una viuda británica de 31 años, a exportar el semen de su marido para tener un hijo póstumo por medio de una inseminación artificial. La decisión, calificada de salomónica en medios jurídicos del Reino Unido, incluye la advertencia de que el consentimiento escrito del donante varón es imprescindible para facultar estos tratamientos. Stephen Blood falleció de meningitis hace un año y la extracción se produjo estando ya en coma irreversible. La Asociación para la Fertilización y Embriología Humana, que regula casos como este dentro del país, deberá revisar ahora la prohibición impuesta a la demandante para que intente concebir el bebé en una clínica de Bélgica.

Los jueces reconocieron que tiene derecho a solicitar atención médica, de cualquier índole, en el ámbito de la UE. No le permitieron, sin embargo, intentarlo en su propia tierra. En 1996, la Asociación le impidió sacar el semen congelado de su esposo del país, porque éste no pudo dar su aprobación en vida a la donación. El consentimiento del protagonista vertebra las normas vigentes, aprobadas en 1990, y que califican de abuso convertir en padres a adultos incapacitados para decidir libremente. Los abogados de Diane han sostenido siempre que Stephen quería tener hijos con ella y no se hubiera opuesto a la inseminación artificial de su viuda.

"Ha triunfado la razón y la justicia", dijo Blood ayer a las puertas del tribunal londinense. La batalla legal por este hijo le ha costado ya a Diane Blood diez millones de pesetas y el momento de la hipoteca de su casa.

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