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POLÉMICA SOBRE LA UNIÓN MONETARIA

El 'efecto Davos'

Victoria Carvajal

, El foro económico de Davos ha servido para abrir la caja de Pandora. Banqueros, economistas y altos cargos alemanes aprovecharon la reunión que cada año celebran empresarios, financieros, ministros, catedráticos y algún que otro jefe de Estado en la estación de esquí, para hablar claramente de una preocupación que comparten el 60% de los alemanes y que, sin duda, copará la atención de las elecciones el año que viene en Alemania: la entrada en el euro de países que tradicionalmente han tenido poca estabilidad en sus precios y altos déficit públicos, es decir, las economías del sur de Europa.Sus mensajes, lanzados en lo que se entiende como un foro de debate informal, han tensionado enormemente el debate sobre la moneda única. Los encargados de soltar la liebre, creyentes en su mayoría en la unión monetaria, consideran que la entrada de estas economías en el euro desde el inicio supone una bomba de relojería que tarde o temprano hará estallar por los aires todo el proyecto europeo.

Sus temores parecen ser compartidos por algunas autoridades monetarias europeas que, según publicaba ayer el Financial Times, tienen un plan para proponer a Italia y, posiblemente, a España y Portugal, es decir el llamado Club Mediterráneo, que retrasen de 12 a 18 meses su ingreso en la unión monetaria. La idea es constituir el euro con Alemania, Francia, los países del Benelux, Dinamarca, Austria, Irlanda y Finlandia.

Los mercados del Club Mediterráneo han reaccionado ya al que se conoce como efecto Davos. La peseta, la lira y el escudo se han depreciado ligeramente y sus diferenciales en los tipos a largo plazo con Alemania, que reflejan la desconfianza del ahorro exterior en sus economías, se han ampliado.

La moneda española, que el martes llegó a depreciarse hasta las 85,20 pesetas por marco, se situaba ayer en 84,67 pesetas, gracias a las reiteradas intervenciones que estos días ha efectuado el Banco de España en los mercados para comprar pesetas a cambio de marcos.

Tipos más altos

Su depreciación no ha sido tan fuerte como la de la lira italiana, pero desde que empezaron a lanzarse los mensajes sobre el deseable aplazamiento de la entrada del club del sur ha perdido 70 céntimos con el marco. La inestabilidad de la moneda española puede interrumpir la tendencia a la baja de los tipos de interés oficiales, ahora en el 6%.

El diferencial en la rentabilidad del bono a 10 años entre España y Alemania ha vuelto por encima de un punto porcentual. Ayer era de 1,07 puntos, 21 centésimas por encima del mínimo de 0,86 logrado el pasado 20 de enero. Esta evolución refleja una pérdida de confianza, aunque muy moderada, en las posibilidades de que España esté en el grupo de cabeza de la unión monetaria. El Tesoro también está empezando a notar las turbulencias en el coste de su financiación. En la subasta de letras a un año de ayer, se vio forzado a aumentar la rentabilidad de estos activos en 0, 12 puntos hasta el 5,172%.

España está en mejores condiciones que Italia de cumplir los criterios de convergencia, pero nadie cree políticamente viable dejar a Roma fuera de una unión monetaria en la que participe Madrid. Ello a pesar de los esfuerzos del Gobierno de José María Aznar por desligar la situación española de la italiana.

El problema sobre la entrada del Club Mediterráneo puede forzar a la Unión Europea a realizar una interpretación estricta de los criterios del Tratado de Maastricht a la hora de hacer la selección de países participantes, en la primavera de 1998.

Esta circunstancia puede poner en peligro la entrada de los dos países clave para crear la moneda única, Alemania y Francia. El débil crecimiento y alto paro que sufren ambos países están comprometiendo sus posibilidades de reducir el déficit público por debajo del límite del 3% del producto interior bruto (PIB) a finales de año. De hecho, Bonn ya se ha visto obligado a elevar del 2,5% al 2,9% su objetivo de déficit.

Retrasar el proyecto

De ahí que algunos, como el ministro de Finanzas británico, Kenneth Clarke, y, de forma no oficiosa, varios miembros del Bundesbank. sean partidarios de retrasar el proyecto. "No creo que haya suficiente número de países que cumplan los criterios a tiempo", señaló en Davos Clarke.

El propio vicepresidente del banco central alemán, Wilhem Gaddum, dijo en el mismo foro que no debe darse por hecho que la moneda única se ponga en marcha en enero de 1999. "Es peligroso que a la hora de hacer la selección de los participantes en el euro se hagan concesiones injustificadas que desestabilicen el proyecto". Lo importante, en su opinión, es lograr que se respeten escrupulosamente los requisitos de convergencia.

Algunos economistas no creen que el compromiso para que Italia o España se incorporaran uno o dos años después tendría unos efectos devastadores en sus tipos de interés o sus tasas de cambio. "Si los tipos han bajado tanto en los últimos meses no es sólo por las expectativas de que formen parte de la unión monetaria, también se debe a la espectacular mejoría de sus principales desequilibrios, la inflación y el déficit; y eso seguirá contando de cara a los inversores", señala Henrik Lumholdt, economista jefe de Bank of America.

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