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"Soy muy lento para entender a un artista o un cuadro", asegura el pintor Juan Soriano.

El Museo Reina Sofía dedica una retrospectiva al artista mexicano con 110 obras

La primera retrospectiva en España del pintor mexicano Juan Soriano (Guadalajara, Jalisco, 1920) se inauguró ayer en el Museo Nacional Reina Sofía, de Madrid. En la misma figuran 110 obras, realizadas entre 1937 y 1997, con 45 pinturas, 50 dibujos, 12 esculturas y una obra gráfica en tres versiones. "Nunca me he sentido legítimamente pintor; si algunos de los cuadros con la expresión de un pintor eso se va a saber cuando yo no esté" declaró Soriano.

, Juan Soriano comparte la tercera planta del Reina Sofia con su amigo Vicente Rojo, como aportación del museo a la presencia del arte iberoamericano en la próxima feria de arte contemporáneo Arco. Un autorretrato de 1937 inicia la invasión de las salas, hasta terminar con un reciente dibujo de pájaros. El itinerario plástico, señalado por el comisario, el escritor José-Miguel Ullán, recorre los retratos y las naturalezas muertas de los cuarenta, el periodo abstracto de los cincuenta, la polémica serie central dedicada a la modelo Lupe Marín -"la pinté durante tres años y la gente no se lo explicaba sin una vinculación sexual, cuando no hubo nada", aseguró el pintor mientras se realizaba el montaje- y los noventa, con piezas escultóricas, "como otro juego de la imaginación".Los 60 años de actividad artística se mezclan con la historia de México, los muralistas, los exiliados españoles (León Felipe, Moreno Villa, Ramón Gaya), su amistad con Octavio Paz y María Zambrano -a quien se dedica la exposición con Retrato de una filósofa-, sus estancias en Roma y París, que alterna con México. Poco antes de su prime ra exposición en la ciudad de México conoce a Diego Rivera, Frida Kahlo, Orozco, Siqueiros y otros miembros de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios. "Aprecio la obra de los muralistas, pero sus ideas políticas no me gustaban. He aprendido a ver, apartar las ideas y ver la pintura", dice.

"No puedo hacer un balance de mi trabajo. Veo las obras como pedazos de mi historia. Toda mi vida he estado alrededor de la pintura, pero no quería ser pintor, no me gustaba ese magisterio de soy pintor. He sido muy feliz buscándome en cada dibujo, pintura o escenarios para teatro, de crear una técnica para expresarme claramente, que lo que pinto se entienda. Hay cosas que no llegan a ser maduras, muchos intentos y caminos que no continúan", declara.El pintor señala que "es una mezcla muy fuerte y muy apasionada" todo lo que recibe de los libros o del arte. "Entiendo lo que estoy viendo y sintiendo, pero no entiendo ni quién soy ni lo que veo. Soy muy lento para entender a un artista o un cuadro, y las etiquetas que ponemos a las cosas acaban por estorbarme". Añade que estaba, siempre "buscando al maestro", el afecto y la amistad de escritores y pintores. "Nunca me sentí que tenía una sola raíz; me sentía ligado a la cultura europea, por España; admiraba las ciudades y monumentos hechos en la época de las colonias y fui redescubriendo también esa parte de dioses, indios, pirámides que al principio se ocultaba. Me impresionaba la historia de Carlos V y la historia de Moctezuma, eran parte de mi historia, y no es fácil renunciar a una herencia rica. Se me hacía ridículo renunciar a todo eso por haber sido conquistados. Se me hace que nos habían conquistado poco".

Soriano no sabe qué pintor es, pero confiesa que el arte es "el placer más grande" que ha tenido. "Lo he pasado tan estupendamente, tan contento, luchando para que me salga una curva o un color. No quiero ser joven eternamente; me gusta envejecer,' que cuando me vaya vengan otras generaciones que luchen por ser libres". Sobre su amistad con Octavio Paz y María Zambrano dice que sigue agradeciendo lo que escribieron sobre su trabajo, con textos que aparecen en el catálogo. "Soy el inseguro, soy incapaz de pintar el mismo tema, y sólo termino una obra cuando siento que se queda en silencio. No puedo pintar nada que no exista; tengo que partir de algo como forma viva en el mundo de los fenómenos, no en el mundo mental".

Para el comisario José-Miguel Ullán, organizador de las muestras de Kahlo, Rojo, Álvarez Bravo, Cuevas y Galán, el montaje ofrece suficientes elementos para que el público "reconozca en Soriano a un artista extraordinario, sutil y vigoroso".

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