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"Apuesto todo lo que tengo"

Joaquín Estefanía

Alterados por polémicas interiores, hace tiempo que nuestros gobernantes no actualizan su discurso europeo. La entrada en el euro ha devenido para ellos en una foto fija, y no hay quien les apee de ahí. Y, sin embargo, Europa se mueve y el debate sobre las ventajas e inconvenientes de la unión económica y monetaria (UEM) y la profundización en el pacto de estabilidad aumenta. Excepto en España, donde la única pregunta es -como tantas veces en otras cuestiones- sobre las esencias: si debe o no nuestro país pertenecer al sistema configurado en Maastricht.En el Reino Unido, mientras los conservadores ahondaban sus diferencias europeístas y se daban libertad de opinión sobre la UEM, el presidente de la multinacional japonesa Toyota anunciaba que si el Reino Unido se mantiene al margen del euro, reconsiderará sus inversiones; buen envite, al que tuvo que acudir el Gobierno tory pidiendo calma. Paralelamente se celebraba la cumbre hispano-alemana en la que el presidente Aznar remachaba su vocación de fundador de la moneda única. Ha pasado poco tiempo desde que el PP expresaba dudas significativas sobre el modelo de construcción europea, pero la llegada al poder les ha proporcionado la fe del converso y de su discurso es imposible deducir un matiz de vacilación sobre la verdad europea.

En las declaraciones de Aznar a Die Zeit, com motivo de la cumbre, se obtiene un compendio de su personalidad. A la pregunta de por qué no sería suficiente que España entrase en el euro en el año 2002, responde seco: "Porque lo hemos decidido de otro modo. Por tanto, no tenemos por qué hablar sobre cualquier otra posibilidad". Respecto a si será necesaria una interpretación muy flexible de la convergencia para el ingreso, afirma tajante: "Si lo creyera así, no estaría poniendo en práctica mi actual política de ahorro y austeridad. Mire usted, yo soy de Castilla. Los castellanos no hablamos mucho. Pero conseguimos lo que queremos... Apuesto todo lo que tengo [a la entrada en el euro]. No tengo la menor duda de que lo lograremos".Pero ni en esa entrevista ni en otras declaraciones se vislumbra una concreción ante las cuestiones de ahora: cómo se reducirá el paro una vez que estemos dentro de la UEM o cómo disminuirán las diferencias en las infraestructuras con la Europa rica; qué tipo de aplicación prevé del pacto de estabilidad o quién pagará la factura de la ampliación a los países del Este. O quién tendrá la última palabra en cuanto a la política económica europea; ésta es la confrontación más actual, una especie de conflicto entre culturas en tomo al Banco Central Europeo (BCE), en el que participan los más grandes. mientras Alemania quiere independencia estricta del BCE y sanciones automáticas para los países deudores, Francia pretende no dejar el euro en manos de los tecnócratas y exige un contrapeso de calidad con un Consejo político para la Estabilidad y el Crecimiento.

En la entrevista citada, el periodista pregunta a Aznar sobre su posición; por interés nacional debería estar de parte de los franceses, pero ¿políticamente está más próximo a los alemanes? El presidente español dice: "No pienso hacerle el favor de caer en esa trampa. Alemania y Francia son los dos motores de la unificación europea, y con ambos países mantiene España relaciones excelentes. Además, esta contraposición de política y Banco Central es un antagonismo ficticio. El BCE tendrá mucho que hacer, pero no puede asumir todas las tareas que implica la dirección político-económica. Entre los modelos de Alemania y Francia hay otras muchas posibilidades en Europa".

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