La oposición alemana pide la dimisión de Kohl por el fracaso de su política económica
La difícil situación económica que atraviesa Alemania y las disputas en las filas de los democristianos ponen contra las cuerdas al canciller federal, Helmut Kohl, quien ayer pasó apuros en el debate del Bundestag sobre el paro. Por los pasillos del Parlamento Federal se habló del "crepúsculo del canciller" que en las últimas semanas ya ha amenazado en dos ocasiones con abandonar. El líder de la oposición socialdemócrata, Oskar Lafontaine, le pidió que cumpliese con su deseo del Año Nuevo de que las cosas cambien en Alemania y deje su cargo.
, El portavoz de asuntos sociales del Partido Sociademócrata (SPD), Rudolf Dressler, pidió a Kohl que los democristianos (CDU-CSU) presentaran una propuesta concreta y añadió: "Nosotros sacaremos a la Seguridad Social de la crisis sin el FDP". El partido liberal (FDP) forma coalición de gobierno con la CDU-CSU desde hace más de catorce años, y la única alternativa realista sería una gran coalición entre democristianos y socialdemócratas.Cifras de paro históricas, crisis del sistema social, dificultades para cumplir con los criterios de convergencia que exige el Tratado de Maastricht para entrar en el euro problemas para sacar adelante una reforma fiscal y de rentas dominan el panorama político alemán.
Ayer, por primera vez en el Parlamento Federal, el líder del principal partido de la oposición y jefe de Gobierno del Sarre, Oskar Lafontaine, acorraló a Kohl, que da muestras de debilidad, cansancio y de no controlar completamente la situación.
Poco después de que el presidente del Gobierno español, José María Aznar, abandona se Bonn, el canciller alemán se reunió con la ejecutiva democristiana en su residencia oficial para tratar la situación del primer partido alemán.
'Jóvenes turcos'
Un grupo de jóvenes turcos de la CDU parece haber perdido el miedo a Kohl y osan levantar la voz y criticarlo. El decano del Gabinete, el ministro de Trabajo, Norbert Blüm, el único que está todavía en el Gobierno desde que Kohl llegó al poder hace más de 14 años, coquetea con la idea de dimitir.
Es cierto que Blüm amaga y no pega, pero dice que su paciencia tiene un límite, que él no es un pelele, y se lamenta de que el canciller no le da suficiente apoyo y de que no puede fiarse de sus palabras.
Las juventudes de la CDU acusan al ministro de incapaz y piden su dimisión por no saber llevar a término la reforma de un sistema de jubilaciones que hace agua por todas partes.
Dos de los periódicos más prestigiosos del país, el liberal Südeutsche Zeitung y el conservador Frankfurter Aligemeine, dedicaron los dos últimos días primeras páginas a la crisis en el partido de Kohl. 'La autoridad del canciller en el partido se esfuma. Masivas críticas de la dirección de la CDU a Kohl', tituló el Südéutsche Zeitung el jueves. 'Serie de reuniones para superar la crisis en la CDU', anunciaba ayer en primera página el Frankfúrter Aligerneine.
La revista Stern de esta semana se pregunta a su vez en su comentario editorial hasta qué punto va en serio en esta ocasión la amenaza de dimisión del canciller democristiano, y dedica un amplio reportaje al tema con el título 'La última batalla'.
Encuestas desfavorables
La opinión pública parece volverse en contra de Kohl y su Gobierno. Un 70% de los alemanes cree que las jubilaciones no están aseguradas, según una encuesta. Otro sondeo constata que el 60% de los ciudadanos alemanes espera que el SPD impida la reforma fiscal, que el Ejecutivo presentó hace días como la obra del siglo.
El semanario Die Woche publica una. encuesta sobre intención de voto en la que, por primera vez, los socialdemócratas y Los Verdes sumarían más del 51 % de votos en el caso de que las elecciones se celebrasen ahora.
Este dato tiene un valor relativo, incluso puede decirse que escaso, a la luz de anteriores experiencias. Helmut Kohl estuvo a lo largo de sus más de 14 años de gobierno varias veces demoscópicamente muerto y logró recuperarse.
Sin embargo, en esta ocasión se conjugan varios elementos que de forma casi inevitable provocan hablar en los pasillos del Bundestag del "crepúsculo del canciller".
Durante el debate parlamentario del jueves sobre la firma de la reconciliación con Praga por la cuestión de los sudetes, dos de los más estrechos colaboradores de Kohl -el ministro de la Cancillería, Friedrich Bohl, y el ministro de Estado, Anton Pfeifer- daban muestras de nerviosismo y advertían a sus colegas de partido que no provocasen problemas, porque el canciller "podría tirar los trastos".
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