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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Defensa concertada

PASO A paso, el presidente de Francia, Jacques Chirac, está desmontando la herencia de su mentor, De Gaulle, en materia de defensa. Ha suprimido de un brochazo el servicio militar obligatorio, ahondado en el acercamiento a la OTAN que había iniciado Mitterrand y aceptado que la Identidad Europea de Defensa se plasme esencialmente en el marco de esta Alianza. El "concepto estratégico común" que ha elabora do con Helmut Kohl quiebra otros tabúes franceses, pues otorga un status de igualdad en el terreno de la defensa a Alemania, país vencido -aunque no por Francia- en la II Guerra Mundial, y anuncia la apertura de un diálogo con Bonn sobre la más nacional de las enseñas francesas: la fuerza nuclear.Los tiempos han cambiado mucho desde los de De Gaulle, artífice de la reactivación en 1963 de una cooperación franco-alemana, que no desarrolló su contenido militar. La "defensa concertada" -bilateral, sí, pero también bajo los auspicios atlánticos y europeos- a la que Chirac y Kohl dieron su visto bueno el pasado 9 de diciembre, debe ser bienvenida. Abre un camino a otros países y permite -pese a que persistan numerosas diferencias en éste y otros terrenos- un acercamiento entre París y Bonn, eje esencial, aunque no único, para la construcción europea en curso. Desde unos intereses en materia de seguridad. "que se han vuelto indísociables", ambos países se comprometen a una imbricación de sus respectivos ejércitos y a concertarse antes de intervenciones en el exterior, es decir, fundamentalmente en el Sur.

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Ahora bien, Chirac ha llevado este asunto no con alevosía, pero sí con nocturnidad, al margen del Parlamento francés, que lo ha tenido que descubrir a través de la prensa. Y ha ocurrido justo lo que Chirac, quería evitar: un debate explosivo, en el que las posturas a menudo se han trastocado en espejismos, favorecidos por un cierto ambiente preelectoral. Es ahora la oposición socialista, con Jospin a la cabeza, la que defiende la ortodoxia gaullista y la soberanía, aunque también hayan surgido críticas a este acuerdo -rebajado a "documento político de orientación"- en las filas de los gaullistas nominales.

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El revuelo que ha provocado el acuerdo no afecta sólo a Francia o Alemania, sino a todos los aliados, pues podría dificultar el retorno francés a una plena integración en la OTAN, y, en consecuencia, la reforma de la propia alianza. Este retorno se ha dado ya de bruces con la exigencia chiraquiana de que Washington renuncie a que sea un americano el que encabece el Mando Sur de la OTAN (en Napóles, pieza esencial de la estrategia americana para Oriente Próximo) y se lo ceda a un europeo. Desde hace semanas se busca una salida al callejón en que se han metido París y Washington, y que probablemente necesite de una mayor generosidad por parte de ambos.

El debate parlamentario de ayer puede radicalizar la posición de París y dificultar el pleno regreso de Francia a la OTAN. Y sin Francia, la Identidad Europea de Defensa no podría desarrollarse en el seno de la Alianza, y difícilmente fuera. Otras reformas pendientes podrían también paralizarse. Con lo que la arquitectura de seguridad europea que se está diseñando quedaría en entredicho, llegando a afectar incluso la cuestión de la plena integración de España en la OTAN. Es de esperar que Chirac logre reconducir el debate. Por el bien de Francia. Y de los demás.

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