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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Verde oscuro

ESPAÑA TIENE por primera vez en la historia un ministerio dedicado por entero al medio ambiente. Su titular, Isabel Tocino, logró además, tras ser nombrada, quedarse con dos competencias fundamentales: agua y bosques. Tuvo que conformarse, por contra, con poco presupuesto; tan escaso que es incluso menor que cuando Medio Ambiente era una Secretaría de Estado con el Gobierno socialista. Pero Tocino no se desanimó y defendió que el objetivo prioritario de su departamento sería el de fomentar la sensibilidad ambiental.A falta de dinero, pues, era de prever que el Ministerio de Medio Ambiente hubiera desplegado una política informativa abierta y audaz en defensa del medio ambiente, llena de gestos políticos. Por el contrario, nueve meses después de su creación, ha exhibido un férreo y llamativo hermetismo: verde oscuro. Ni entre los ecologistas, ni entre los empresarios, ni en los medios de comunicación se ha empeñado en exponer sus verdes ideas; en servir de educador ambiental. Encerrado en sí mismo, de este departamento le han llegado al ciudadano tres ceses de ejecutivos aún inexplicados o la trasposición de una directiva europea -la Ley de Envase y Embalajes- que ha tenido que sercorregida por los socios de Gobierno, CiU. Y poco más.

Siendo escaso el número de iniciativas presentadas hasta ahora, resulta especialmente preocupante la última. La ministra ha firmado con la Comunidad Valenciana (gobernada por el PP) un acuerdo para trasvasar anualmente 100 hectómetros cúbicos de agua desde el Júcar hasta el Vinalopó, lo que ha provocado -la airada protesta del Ejecutivo de Castilla-La Mancha (gobernada por el PSOE). Quizá los argumentos de José Bono reclamando una ley para tal trasvase no sean del todo convincentes, pero es flagrante la torpeza cometida por este ministerio, parte de una Administración central llamada a ejercer un papel de árbitro dentro del Estado de las autonomías. Y es especialmente grave haber sido capaz de reabrir la guerra del agua en pleno chaparrón.

El gesto no es sólo sospechoso de partidismo; lo es, sobre todo, de una forma de actuar que se ha asentado en este ministerio, y que consiste en rechazar el diálogo con las partes implicadas. Isabel Tocino no es una experta en temas de medio ambiente, y, si encima se le fugan los ejecutivos, no parece estar en la posición más adecuada para desoír las voces de los que se preocupan por el medio ambiente o sufren trasvases.

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