Triunfó Rafael Ortega
Dos concepciones diferentes de ejecutar la tauromaquia contribuyeron al rotundo triunfo de Rafael Ortega. Hizo gala de sus conocimientos y enriqueció el toreo con su arte y su valor.Al que abrió plaza, el tlaxcalteca lo saludó de hinojos al hilo de tablas con una larga cambiada y continuó en los medios con rítmicas verónicas. Tras un quite por chicuelinas se lució en banderillas. Aunque el adversario terminó tardo y débil, le hizo una meritoria faena. Sobresalieron dos series de templados derechazos y a la hora de la verdad gallardamente enseñó el pecho.
Al alegre cuarto, un colorao llamado Azafrán, también lo recibió con una larga cambiada, para continuar con seis verónicas cargándole la suerte ortodoxamente. Llevó al fijo ejemplar al caballo con estupendos lances llamados hacia las afueras y volvió a lucirse con los palitroques Con la franela sus series de redondos y de naturales brillaron por su perfección. Embelesó al respetable con su emotiva faena y, al caer el astado, los asistentes le gritaron "¡Torero, torero!".
Garfias / Ortega, Flores, Montaño
Toros de Garfias hechos y encastados.Rafael Ortega: estocada delantera desprendida (oreja); estocada (dos orejas); salió a hombros. Humberto Flores: dos pinchazos -aviso- pinchazo, otro hondo y descabello (aplausos); metisaca, pinchazo hondo y media delantera (silencio). Ricardo Negro Montaño: media desprendida tendida (silencio); estocada caída tendida -aviso- y se echa el toro (silencio). Monumental Plaza México, 19 de enero. Casi media entrada.
Al segundo Humberto Flores lo saludó con cadenciosas verónicas y en el quite se adornó con unos vistosos lances de su creación llamados florentinas (fregolinas giratorias). Con decisión trasteó al burel, que tenía claridad por el derecho, realizando tandas de templados y hondos pases por ese lado. Imprimió a su que hacer estética y emoción, pero perdió el trofeo por sus desaciertos con la toledana.
Con el áspero y débil quinto, el jaliciense actuó desenvuelto y animoso. Como lo descompuesto del bicho no se prestaba para una labor creativa, el diestro de Ocotlán se dedicó a aliviarlo y lo hizo acertadamente.
Ricardo Negro Montaño se desconcertó. El claro tercero se estrelló contra un burladero y cambió de estilo. A pesar de su valor y entusiasmo, el diestro capitalino no pudo con el juego del morlaco, pues éste punteaba y tiraba derrotes.
No entendió el buen recorrido del sexto y se vio falto de oficio.
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