Fiesta en Washington para recibir a Clinton II
Hasta siete millones de pesetas la pareja se pagan por presenciar la segunda jura del presidente
"Juro solemnemente que desempeñaré con fidelidad el puesto de presidente de Estados Unidos y que haré todo lo que esté en mi mano para mantener, proteger y defender su Constitución". Bill Clinton tardará hoy breves segundos en repetir las palabras pronunciadas por William H. Rehnquist, magistrado principal del Tribunal Supremo, frente al Capitolio, y repetir así mandato presidencial. Tras el discurso inaugural y el almuerzo en el Congreso, la comitiva presidencial enfilará la avenida de Pennsylvania en dirección a la Casa Blanca, con representación de los 50 Estados, bandas de música, caballos y grandes vehículos, para completar una ceremonia que se ha hecho ya 52 veces y que se celebra desde hace más de doscientos años.El Día de la Inauguración, la fecha en que el presidente elegido en las elecciones de noviembre toma posesión de su cargo, es una fiesta que ya arrancó el sábado y que incluye fuegos artificiales, desfiles, bailes y espectáculos: un despliegue de banderas y de estrellas de Hollywood, un gran montaje en el que todo se vende y se compra, empezando por las entradas para contemplar el desfile presidencial desde tribunas portátiles: 100 dólares (unas 13.000 pesetas) los mejores sitios, 10 dólares las últimas filas. Verlo desde la calle es gratis, con el inconveniente de que las tribunas tapan casi todo.
Disfrutar de la música de Aretha Franklin, Stevie Wonder o Gloria Estefán, del ballet de Mijaíl Barishnikov y de la mejor comedia musical de Broadway costaba 3.000 dólares, casi 400 . 000 pesetas, por persona en la gala celebrada anoche en un recinto deportivo, presentada por Michael Douglas, Whoopi Goldberg y Candice Bergen. Los 11.000 asistentes eran amigos y colaboradores del Partido Demócrata y grandes donantes de la campaña electoral, con lo cual la fórmula de asistencia fue muy típica del mercado político de EE UU: sólo se podía asistir por invitación, pero cada una de estas invitaciones costaba hasta 3.000 dólares.
No todo es de pago. A pesar del frío, las masas disfrutaron durante el fin de semana de fuegos artificiales y de algunos festejos al aire libre, y en las grandes tiendas levantadas en el Mall, la gran explanada de hierba entre el Capitolio y el monumento a Lincoln, con exposiciones históricas y actos públicos, un montaje multimedia, muestras de las diferentes gastronomías norteamericanas y étnicas y mucha música, desde jazz hasta baladas celtas. Los nostágicos tuvieron el placer de escuchar a los casi ya abuelos Peter, Paul and Mary.
Pero el negocio es el negocio. Los hoteles, con los precios más altos de la temporada, están completos, especialmente aquellos como el Willard y el GW Marriott, que tienen fachadas desde las que se contempla el paso -probablemente a pie- de los Clinton. Los restaurantes ofrecen menús especiales y las tiendas y grandes almacenes tienen las "rebajas de Inauguration Day". En el capítulo de las extravagancias, se llevan la palma los grandes hoteles de Washington. El Ritz-Carlton ofrece un paquete completo de cuatro noches que incluye la suite presidencial, mayordomo, chófer y champaña y caviar por 30.000 dólares (3,9 millones de pesetas). El Gran Hyatt va más allá, e incluye en su oferta el vuelo en avión privado hasta Washington y vuelta, desde cualquier punto de EE UU. El precio para dos personas es de 53.000 dólares (prácticamente, siete millones de pesetas).
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