La mala salud de Yeltsin acentúa las presiones para que recorte sus poderes
Los partidarios de recortar los poderes de Borís Yeltsin y dar mayor protagonismo al Parlamento ruso comienzan a fortalecer sus posiciones, ayudados por la mala salud del líder. Por primera vez desde que se aprobó la Constitución de Rusia en 1993, el Legislativo alberga esperanzas realistas de alterar la ley fundamental, de corte presidencialista, que, en vista de la incapacidad de Yeltsin para ejercer plenamente sus competencias, está obstaculizando la toma de decisiones clave.
Yeltsin, hospitalizado con una neumonía, se mostraba ayer más activo, su temperatura era normal y su estado se había estabilizado, según el último parte médico. Hasta el momento, el Kremlin practica la táctica del avestruz ante los problemas planteados por la salud de Yeltsin, y en el centro del poder ruso prevalece la idea de que el líder debe seguir en su puesto, mientras esté vivo y pueda aparecer en público de vez en cuando.La postración de Yeltsin demora ya la resolución de asuntos como la reforma militar (para la cual existen dos concepciones divergentes y numerosos intereses contrapuestos), la estrategia ante la ampliación de la OTAN (que está relacionada con lo anterior y con la elección de prioridades económicas), las delicadas relaciones con Ucrania (país que Yeltsin no ha visitado como jefe de un Esta do independiente pese a todas sus promesas) y las contramedidas ante el secesionismo checheno. De Yeltsin depende también la corrección de una reforma, que ha abocado en el impago crónico de los salarios.
El Partido Comunista, mayoritario en la Duma Estatal (cámara baja del Parlamento o Asamblea Federal), tenía 12 propuestas de enmiendas constitucionales en diciembre, pero el debate en tomo a este tema ha sido escolástico hasta hoy, dado que el Consejo de la Federación, la cámara alta, estaba formada por dirigentes provinciales, mayoritariamente nombrados por el presidente.
Para cambiar las competencias del presidente fijadas en la Constitución se requiere el voto de tres cuartos de los 178 miembros del Consejo de la Federación y dos tercios de los 450 diputados de la Duma Estatal, así como el de los órganos legislativos de dos tercios de las 89 provincias rusas. Las condiciones son duras, pero las elecciones de gobernadores provinciales, que se han venido celebrando desde el otoño y que afectarán a más de 50 provincias y a su representación en la cámara alta, cambian el panorama y convierten en una incógnita el comportamiento del nuevo Consejo de la Federación que inicia sus sesiones el 22 de Enero. Entre 42 gobernadores nombrados por Yeltsin que han concurrido en los comicios sólo 20 fueron reelegidos.
Mayor influencia
Igor Stróiev, el jefe del Consejo de la Federación, intervino el jueves pasado a favor de que las dos cámaras parlamentarias tengan mayor influencia en el nombramiento de viceprimeros ministros y de algunos de los ministerios denominados de Fuerza (Interior, Defensa y Servicio Federal de Seguridad). La Constitución, ha dicho Stróiev, no es un "icono" y "llega el momento en el que hay que examinar de forma más rigurosa" la actual ley fundamental. "La vida y la sociedad han avanzado y exigen corregir algunos puntos", señaló el político, que se mostró partidario de "debatirlos valientemente". El país, agregó, no debe regirse por "decreto", sino por "leyes adoptadas por la Asamblea Federal y firmadas por el presidente". En diciembre, el líder comunista Guennadi Ziugánov dijo que los cambios en el Consejo de la Federación permitirán realizar una "estrategia cualitativamente nueva" sobre las enmiendas constitucionales. "Hay que introducir cambios que pongan bajo control al presidente, con independencia de quien sea", afirmó.
Hasta ahora, el decreto presidencial ha sido la principal base legal de la reforma económica en Rusia. El número de decretos que Yeltsin firmó en 1996, (hasta el 15 de diciembre), llegaba casi a 1.700, y el de disposiciones superaba las 580.
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