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Fujimori sale del mutismo para decir que no cederá a la presión guerrillera

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALEl presidente de Perú, Alberto Fujimori, no mueve ficha. Ayer abandonó su hermetismo para hablar con un reducido grupo de periodistas. Les dijo que no va a haber concesiones (liberación de presos) al comando del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) que ocupa la residencia del embajador japonés en Lima, pero también que aboga por la prudencia. En la firmeza se atisba un agujero: que el comando pueda abandonar el país si libera con vida a los rehenes. Lo dice el diario oficialista Expreso.

Una cadena de televisión había grabado poco después de las 3.30 de la madrugada el apresurado regreso de un guerrillero del MRTA, agazapado, con arma larga en la mano, y saludando a las cámaras, desde el jardín de la sede diplomática a su interior. No hubo ninguna precisión sobre sus intenciones. Poco antes, habían sonado varios disparos de origen desconocido. Es la segunda vez que, desde la toma de la embajada, ocurre un incidente parecido. En el anterior, había explosionado una mina cazabobos al ser activada por el paso de un animal, informó la Cruz Roja.En unas breves declaraciones a la prensa, Fujimori insistió en la necesidad de actuar con "una mezcla de firmeza en nuestra Posición, no liberación de los presos del MRTA, y al mismo tiempo de prudencia para asegurar la integridad física de los rehenes". Esto parece dar a entender que el presidente aboga por la solución pacífica. Y como las negociaciones. son secretas, el diario oficialista expreso aporta algunas indicaciones claves. Si la liberación de los 74 rehenes se realiza de forma tranquila, a cambio, el Gobierno podría facilitar la salida del comando al exterior. "Esto", dice el diario, "sería saludado igualmente en Asia, Europa y EE UU como una fórmula aceptable". Acordar un desalojo sin violencia, ni cesiones. percibidas como claudicaciones, es el objetivo fundamental de los contactos.

Entre los curiosos que rondan la legación ayer estuvo a punto de haber un encuentro sangriento, al chocar cerca de la residencia un grupo de santeros y una devota de. la Legión de María. Al grito de "¡herejes, herejes!", la feligresa laica María Teresa cargó con un bolso contra 30 brujos llegados al lugar entropel. Advertida por la gran bulla, del aquelarre andino, irrumpió a gritos: "Ustedes están ofendiendo a Cristo, a la Virgen María y Dios, y yo, como católica, apostólica, romana y devota de la Virgen María, no puedo permitirlo, y asumo el deber de pedirle que se retiren".

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