En busca de nuevos valores
El Premio Nadal, que asiste este año a su 53ª edición, fue creado en 1944 por un grupo de jóvenes catalanes -Josep Vergés, Joan Teixidor y Juan Ramón Masoliver, entre otros- con el objeto de contribuir al renacimiento de la literatura española. El nombre fue elegido en recuerdo de Eugenio Nadal, un redactor jefe de la revista Destino que acababa de morir inesperadamente. Desde el primer momento, los promotores se propusieron una total independencia en el juicio, lo cual permitió que en las sucesivas, ediciones se descubriera a los jóvenes valores de la literatura de la posguerra.Esta independencia permitió que en la primera edición, Nada, de Carmen Laforet, una joven desconocida, se impusiera a la obra de César González Ruano, un articulista de prestigio. Desde entonces, el Premio Nadal ha pasado a ser una plataforma para autores que con el tiempo lograron reconocimiento: Miguel Delibes, Luis Romero, Rafael Sánchez Ferlosio, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Álvaro Cunqueiro, Francisco Umbral, Raúl Guerra Garrido y Manuel Vicent, por citar sólo a algunos de los escritores que han prestigiado el Nadal.
Mantener el nivel
Los resultados de los últimos años no han desmentido ni desmerecido el impulso original de este galardón literario. En 1992 ganó el premio Alejandro Gándara con Ciegas esperanzas, un relato que recrea el mito de Tobías y el ángel. El cubano Jesús Díaz quedó finalista con una novela ambientada en La Habana de los años sesenta.
La razón del mal, una novela alegórica de Rafael Argullol, profesor de Estética de la Universidad de Barcelona, resultó ganadora en 1993 y quedó finalista La perla de Oriente, de Jorge Ordaz.
En 1994, la editora y escritora Rosa Regás logró el premio con Azul, la historia de una relación amorosa; José Ángel Mañas, madrileflo de 22 años, quedó finalista con Historias del Kronen, una novela sobre un desordenado grupo juvenil que ha sido llevada al cine.
La obra ganadora en 1995 fue Cruzar el Danubio, del periodista del EL PAÍS Ignacio Carrión, que criticaba el periodismo actual; finalista quedó Félix Bayón con Adosados, una reflexión sobre la mentira, que también se ha llevado al cine.
En 1996, Pedro Maestre Herrero, un joven alicantino de 28 años licenciado en Filología, logró el galardón con la novela Matando dinosaurios con tirachinas, el rudo monólogo de un licenciado en paro. Juana Salabert, de 33 años, quedó finalista con Arde lo que será, una historia urbana de okupas y desaparecidos.
Babelia
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