Siete zapatistas liberados en vísperas de la reanudación del diálogo
Siete miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), sentenciados a seis años de prisión por posesión, traslado y fabricación de armas, quedaron en libertad en la noche del viernes después de que la justicia mexicana los absolviera de todos los cargos. La liberación de los cinco hombres y dos mujeres, todos indígenas del sureño Estado de Chiapas, cuna de la guerrilla, se produce días antes de que las negociaciones entre el Gobierno de México y el EZLN arranquen de nuevo.
Los siete jóvenes fueron detenidos en febrero de 1995 en la localidad de Yanga (Estado de Veracruz), en una casa donde la guerrilla zapatista había organizado un taller de fabricación de armas y explosivos. Con ellos, otras 14 personas fueron capturadas en la capital y en otra casa de seguridad de la organización, en el vecino Estado de México.En este mismo operativo, lanzado por el Gobierno federal después de un año de infructuosas negociaciones con la dirección del EZLN, el Ejército retomó el control del territorio zapatista en la Selva Lacandona (Chiapas), y el Gobierno destapó la identidad del mando guerrillero: un grupo de universitarios blancos encabezados por un licenciado en filosofía llamado Rafael Guillén Vicente, el carismático subcomandante Marcos.
La detención de los zapatistas indígenas estuvo rodeada de las denuncias de tortura de varias organizaciones de derechos humanos. Actualmente sólo uno de ellos permanece en prisión. Los demás han ido saliendo cuando las circunstancias de la complicada negociación -que dura, en su nueva fase, casi dos años- así lo requerían.
Tal parece haber sido el caso de los siete de Yanga. Si bien sus abogados insisten en que la absolución es consencuencia de la aplicación de la justicia, lo cierto es que sucede, casualmente, una semana antes de que las conversaciones entre el Gobierno y el EZLN retomen su curso. Las partes tratan de consensuar un texto sobre reformas constitucionales en materia de derechos y cultura indígena, a partir de acuerdos ya logrados en negociaciones anteriores. Ahora es la guerrilla zapatista la que debe contestar a unas matizaciones hechas por el presidente mexicano, Ernesto Zedillo.
Insurgentes en Guerrero
Y para que no falten las sorpresas en este despertar del año, otros dos grupos armados se han presentado en sociedad en el sureño Estado de Guerrero, donde ya hace seis meses se dio a conocer el Ejército Popular Revolucionario (EPR). Se trata del Ejército Justiciero del Pueblo Indefenso (EJPI) y del Frente Armado para la Liberación de los Pueblos Marginados de Guerrero (FALPMG). Ambos han anunciado sus respectivas campanas contra "el neoliberalismo del Gobierno", el primero, y "la política caciquil", el segundo.
Pero mientras el FALPMG se ha limitado a enviar un comunicado en el que promete una lucha que "habrá de conducir a mejores condiciones de vida", el EJPI ha dado ya su primer zarpazo sangriento: el asesinato a sangre fría de cuatro campesinos, dos de ellos maestros, en el municipio de Copanatoyac. Lo que tenían que ver éstos con el neoliberalismo no está muy claro, pero el EJPI asegura que se trató de "un ajusticiamiento de rateros". Las fuerzas de seguridad, una vez más, afirman que se trata de venganzas entre delincuentes comunes.
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