Melancolía

David Mamet escribe frecuentemente sobre sí mismo, sobre el teatro; el Fígaro solía ser el escenario de sus traducciones al castellano -muy frecuentadas, muy aplaudidas- y se sigue extendiendo. Es curioso que un autor judío -insiste él en los problemas y las virtudes de su religión y sus costumbres- de Nueva York llegue a prender tanto en un país lejano aparentemente. Quizá sea una lección de cómo el público espera siempre el retrato teatral de la vida auténtica.En este caso, Una vida en el teatro representa lo que es el final de un actor mayor, y sus diálogos con un joven. La más reciente obra española que hemos visto sobre ese tema es de José Luis Alonso y El Brujo. Ésta de Mamet está escrita sobre todo para el brillo de un viejo actor de talento. Presenta escenas características, con teatralidad, con personajes típicos en situaciones típicas; y, entre ellas, pequeña filosofía del teatro, consejos a su compañero joven y hasta una especie de despedida, de pérdida de calidades y de cerebro. Saturnino García, que tuvo mucho éxito en Un asesino de la tercera edad, y sobre todo un éxito de sorpresa y descubrimiento, tiene con ese personaje la coincidencia principal de la edad. No tanto como para sacar un brillo especial a la obra. Su compañero, Vicent Gavara, es bastante más que el mero acompañante de un monologuista.