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DESAPARECE EL MAYOR FILÓLOGO DE LA LENGUA CATALANA

Fallece el lingüista catalán Joan Coromines

Una fundación acogerá su legado intelectual y el de su padre

El filólogo catalán Joan Coromines falleció a las 21.00 horas de ayer en su domicilio, en Pineda de Mar, a 50 kilómetros de Barcelona. Joan Coromines, de 91 años de edad, se encontraba en estado de coma irreversible desde el pasado 28 de diciembre, cuando a los achaques de la edad se le unieron dos pequeños infartos, un edema pulmonar, una úlcera de estómago y una rotura de fémur, que complicaron su estado de salud hasta causarle la muerte. Coromines permaneció durante estos días en su casa de Pineda y era atendido por un equipo de médicos del hospital Sant Jaume de Calella dirigido por el doctor Narcís Cortada. Su cuerpo será trasladado hoy al Palau de la Generalitat, donde el Salón de Sant Jordi acogerá la capilla ardiente.

El funeral del filólogo catalán se celebrará en la basílica barcelonesa de Santa Maria del Mar, mientras que el entierro se llevará a cabo en el pabellón que la familia Coromines posee en el cementerio de Montjuic. Una fundación velará por el legado del maestro y el de su padre, el escritor, filósofo y político, Pere Coromines.En su domicilio, Coromines recibió el pasado 30 de diciembre la visita del consejero de Cultura, Joan Maria Pujals, acompañado por el editor Max Cahner. Este último, amigo del filólogo fallecido, destacó la figura de Coromines como un "patriota esencial para Cataluña", además de "un hombre que ha vivido y luchado por Cataluña en todos los aspectos, no sólo en el cultural".

Numerosas personalidades -la ministra de Cultura, Esperanza Aguirre; el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall; el obispo de Gironal, Jaume Camprodon; el filólogo Josep Ruaix y el escritor Josep Maria Espinas-, así como representantes oficiales de la Generalitat, habían recabado información telefónica sobre su estado de salud en los últimos días.

En los últimos 30 años, Coromines apenas había salido de su casa en Pineda de Mar, obsesionado por su trabajo. Dedicó toda su vida al estudio de la lengua catalana y huyó siempre de la publicidad y de los honores. Como romanista, fue también estudioso del castellano y del euskera. Tenía entre otras distinciones el título de doctor honoris causa por la Universidad de la Sorbona (1978), la Medalla de Oro de la Generalitat (1980), el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes (1984) y el Premio Nacional de las Letras Españolas (1989). En 1981 recibió el premio Jaume I.

Una de sus contadas apariciones públicas se produjo el 27 de abril del año pasado, cuando abandonó su retiro de Pineda de Mar para asistir en el distrito barcelonés de Ciutat Vella a la inauguración de una plaza dedicada a su padre, el político y escritor Pere Coromines.

Joan Coromines, considerado el mayor sabio de la lengua que ha dado Cataluña, nació en Barcelona el 21 de marzo de 1905. Inicialmente se inclinó por la química, pero pronto se le despertó la vocación de lingüista. Su padre quería que fuera notario, pero el consejo de Pompeu Fabra le decidió a aceptar que su hijo estudiara Filología y no Derecho. En 1927, Coromines completó sus estudios en Montpellier y al año siguiente leyó su tesis doctoral, sobre la lengua aranesa, en la Universidad de Madrid, donde estudió con Américo Castro y Ramón Menéndez Pidal. Después de realizar otros estudios con especialistas en Zúrich y París, en 1930 entró a formar parte del Institut d'Estudis Catalans, donde trabajó en la sección lexicográfica en estrecha colaboración con el propio Pompeu Fabra.

En 1931 inició sus trabajos sobre el Onomasticon Cataloniae, un gran diccionario etimológico de nombres propios -geográficos y algunos nombres de personas- de todo el dominio lingüístico. Para recoger información para la obra, Joan Coromines recorrió todos los territorios de lengua catalana y realizó encuestas en unos 2.000 municipios. De ahí surgió un conjunto de unos 500.000 nombres. Coromines consideraba que la toponimia, la rama más difícil de la lingüística, es el archivo más antiguo de la historia. El Onomasticon se compone de siete gruesos volúmenes y en él han colaborado Joseph Gulsoy, catedrático emérito de Lingüística románica de la Universidad de Toronto; Philip D. Rasico, profesor de Lingüística de la Vanderbilt University de Nashville (EE UU); Xavier Terrado, de la Universidad de Lleida, y Joan Ferrer.

En 1939, Coromines tuvo que exiliarse. Primero a París y luego a Argentina, donde obtuvo una beca en la Universidad de Cuyo. En 1946 fue nombrado profesor de la Universidad de Chicago, donde ocupó la cátedra de Lingüística románica, y en 1950 publicó en inglés Lo que se ha de saber de la lengua catalana. Entre 1954 y 1957 publicó los cuatro volúmenes del Diccionario etimológico de la lengua castellana. En 1960, Sobre la etimología de Madrid y Miscellánia de toponímia bascoide a Catalunya.

Retiro en Pineda

En 1968, Coromines se jubiló de su cátedra de Chicago y a partir de 1976 se instaló definitivamente en Pineda de Mar -donde había pasado ya algunos veranos- por consejo de varios intelectuales, entre ellos Joan Fuster, a fin de disponer de la tranquilidad necesaria para redactar el Diccionari etimológic y el Onomasticon Cataloniae.En 1980, con motivo de la entrega de la Medalla de Oro de la Generalitat, pronunció un discurso en el que de forma indirecta reivindicó para Pla la concesión del Premi d'Honor de les Lletres Catalanes. También hizo alusiones críticas al Institut d'Estudis Catalans (IEC) y a su secretario, Ramon Aramon. Coromines dudaba de la seriedad de los planteamientos científicos del IEC y no estaba de acuerdo con su actividad académica. El año pasado, el IEC se reconcilió con el lingüista.

Entre las obras de Coromines destacan Les relacions amb Grécia reflectides en el nostre vocabulari (1936), Algunes lleis fonétiques catalanes no observadesfins ara (1954), Estudis de toponímia catalana (1965) y Diccionari etimológic i complementafl de la llengua catalana (cuatro volúmenes, 1981-1984).

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