Otra de catástrofes
Nacido en la década de los setenta a la sombra de la denominada crisis del petróleo, el cine de catástrofes es uno de los nuevos subgéneros impuestos por la industria cinematográfica norteamericana con mayor fuerza, hasta casi constituir un género con sus propias y muy marcadas características. El auge alcanzado en los últimos años por los efectos especiales, la cada vez menor imaginación de los productores de Hollywood y la violencia que domina las películas de acción lo han sacado de su particular nirvana para volver a ponerlo de plena actualidad.Uno de sus más recientes y claros exponentes es Pánico en el túnel, al darse en ella todas sus características: está rodada con un amplio presupuesto, incluye algunos de los más sofisticados efectos especiales y está protagonizada por el plúmbeo Sylvester Stallone, una de las estrellas del actual cine de acción. Sin embargo, el resultado tiene los mismos defectos que siempre han hecho de las películas del subgénero, o del género si se quiere, productos de segunda fila.
Daylight
Director: Rob Cohen. Guionista: Leslie Bohem. Fotografía: David Eggby. Música: Randy Edelman. Estados Unidos, 1996. Intérpretes: Sylvester Stallone, Amy Brenneman, Viggo Mortensen, Dan Hedaya, Jay O. Sanders, Karen Young, Claire Bloom, Barry Newman y Stan Shaw. Estreno en Madrid: Avenida, Roxy B, Luchana, Tívoli, Novedades, España, Excelsior, Canciller, Cristal, Lido, Liceo, Ciudad Lineal, La Vaguada y Aluche.
En esta ocasión, la acción se sitúa un día cualquiera en Nueva York y narra cómo en el abarrotado túnel subterráneo que une la isla de Manhattan con Nueva Jersey se producen unas explosiones que hacen que algunas personas queden atrapadas en su interior, su vida peligre y deban ser rescatadas por el siempre invencible y musculoso Sylvester Stallone.
Tras un arranque entretenido, en el que se presenta a los personajes que van a quedar atrapados poco después en el túnel, y unas espectaculares y trepidantes escenas en las que se produce el terrible accidente, la acción se detiene para convertirse en una larga situación única sin el menor desarrollo dramático.
Dado que la presentación de los personajes y el accidente apenas cubren un tercio de la duración, el resto se convierte en una aburrida espera para que sean salvados, para llegar al inevitable final feliz.
Este defecto, característico de las películas de catástrofes y casi inherente a su propia naturaleza, en Pánico en el túnel es especialmente evidente, dada la gran diferencia existente entre el comienzo y el resto de la película. Además, la inverosimilitud de la historia alcanza cotas muy elevadas, el personaje encarnado por Sylvester Stallone permanece en una posición muy secundaria y tiene una mínima iniciativa en el salvamento de las víctimas del accidente. Y, tal como ya es habitual en las películas de acción, el característico romance entre el héroe y la guapa de turno queda reducido a la más mínima expresión.
El director Rob Cohen, que tiene mucha más experiencia en el terreno de la producción, se ha limitado a realizar su trabajo como si fuese algo a medio camino entre planear y ganar una batalla y dibujar y vender una historieta gráfica, por lo que sus personajes son de una pieza, carecen del menor atractivo, resulta imposible identificarse con ellos y da igual si consiguen salir con vida del túnel.
Babelia
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