"La animación ha hecho realidad mi sueño"
"Necesitamos una vitrina más grande porque, con tanto premio, un día cederá y matará a alguien", aventura Nick Park. En prevención de posibles accidentes, el realizador británico y líder en cine de animación se sienta a una distancia prudente de la colección de estatuillas que tanto él como sus colegas del estudio Aardman de Bristol han recolectado en los últimos años. Allí descansan los oscars que el animador ganó por sus trabajos con Wallace y Gromit, la pareja de plastilina más famosa del mundo."Wallace se emocionaría, aunque no comprendería su significado. El oscar sería para él un objeto con el que construir una lámpara para la mesilla de su cama", señala en relación al protagonista de sus mediometrajes.
La explicación es lógica. A Wallace le gusta inventar todo tipo de máquinas que Park moldea en formas nostálgicas de los años cincuenta e, incluso, de finales del siglo pasado. Un cohete espacial en A grand day out, la primera aventura de la pareja, unos pantalones electrónicos en The wrong trousers y, entre otras, una máquina de lavado y esquilado en su última entrega, A close shave (Un esquilado apurado), que se proyecta en los cines españoles dentro de la serie Wallace & Gromit y sus amigos.
"Siempre quise ser un inventor. De niño, solía guardar juguetes rotos, aparatos eléctricos y el motor de los relojes, convencido de que un día inventaría algo estupendo. La animación ha convertido mi sueño en realidad. Ahora puedo desarrollar y dar vida a mis ideas", explica el creador.
Los inventos, que el perro Gromit ayuda a accionar, fallan con frecuencia. Los errores ayudan a Park, un reconocido tecnófobo, a denunciar los avances tecnológicos carentes de un significado válido. "Wallace tiene una visión inocente y simple de que toda tecnología es buena. Yo, en cambio, conservo una duda innata respecto a su validez. ¿Para qué necesitamos una máquina con funciones que podemos realizar nosotros mismos? ¿Para qué quiero una cámara automática que anula mi creatividad y me evita el placer de enfocar con mis dedos? Es ridículo", comenta.
Sus trabajos, por tanto, son laboriosas piezas de artesanía. Desde el modelaje de los muñecos y construcción de pequeños escenarios hasta la animación manual, movimiento por movimiento, y la filmación por el llamado proceso del stop-frame. Una jornada laboral se traduce normalmente en dos segundos de película y, en la produción de Un esquilado apurado, Park necesitó la ayuda de cinco animadores para rodar 30 minutos de cinta en 10 meses. Su próximo proyecto, un largometraje que realizará con Peter Lord, fundador de Aardman, espera concluirlo en un récord de 18 meses.
Aardinan no da, sin embargo, la espalda a la revolución informática. El propio Park utiliza ordenadores, cámaras y soportes digitales, siempre que le faciliten la vida: "Supone una amenaza, puesto que cada vez hay más animación automatizada. Pero hay cierta calidad que no se puede conseguir todavía con una animación generada por ordenador. El nivel de caracterización de nuestras películas surge del contacto directo con los muñecos. La tecnología debe ser una herramienta más al servicio de los personajes y del guión, pilares de nuestro trabajo".
Babelia
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