Tradicional subproducto navideño
Tres veces Míster Universo y siete Míster Olympia, el austriaco Arnold Schwarzenegger llega al cine un tanto por casualidad a principios de la década de los setenta. Sin embargo, gracias al éxito de Conan, el bárbaro (1982), de Richard Fleischer, y Terminator (1984), de James Cameron, a pesar de ser un pésimo actor, y tener un fuerte acento centroeuropeo, se impone como el imprescindible protagonista de las más violentas historias de acción.Aunque parezca una broma, se convierte en uno de los grandes del cine norteamericano de los años ochenta y noventa y entonces trata de demostrar que es alguien capaz de dar algo más que mampórros de tener un cierto parecido con un actor al protagonizar algunas tontas comedias dirigidas por Ivan Reitman.
Un padre en apuros
Director: Brian Levant. Guionista: Randy Kornfield. Fotografía: Victor J. Kemper. Música: David Newman. Estados Unidos, 1996. Intérpretes: Arnold Schwarzenegger, Sinbad y Phil Hartman. Estreno en Madrid: Callao, Roxy A, Velázquez, La Vaguada, Liceo, Ciudad Lineal, Albufera, Colombia, Canciller, Lido, Plaza.
Su última intentona por escapar de la desatada violencia que siempre rodea sus más comerciales películas, se llama Un padre en apuros, un tradicional subproducto envuelto en eso tan comercial como pringoso que se ha dado en llamar espíritu navideño. En esta ocasión interpreta a un ocupado padre que deja para el último momento la adquisición del violento muñeco que Santa Claus debe entregar, a su hijo en Nochebuena.
Arropado por una desproporcionada campaña publicitaria, que la convertirá en el gran éxito de estas navidades, el único posible atractivo de este subproducto, rodado deprisa y corriendo por el siempre tosco realizador Brian Levant, es exponer la terrible influencia que la publicidad en televisión tiene sobre los niños Sin embargo, y como es lógico, es algo que sólo se muestra de pasada, que se expone como un fenómeno natural, pero que en absoluto se critica por estar la propia película inmersa en él.
Babelia
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