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Tribuna:ANÁLISIS
Tribuna
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El Señor de la Pesc

Andrés Ortega

La idea de ponerle cara y voz a la Política exterior y de seguridad común (Pesc) de la Unión Europea puede parecer acertada. Pero tiene más de gadget que de elemento esencial. Es como contratar a un buen tenor para cantar una ópera que no tiene ni partitura, ni libreto. La priorIdad debería estar en darle a la Pesc antes contenido que señorío. ¿Acaso, se espera que la existencia de un intérprete de la Pesc ayude a definir ésta? Aunque las instituciones contribuyen a crear contenido -el órgano puede crear la función-, un señor de la Pesc puede ser un elemento perturbador en una política aún incipiente.Es una política muy peculiar. Debe ser común, como su nombre indica, pero probablemente no será única como lo es la agrícola o la pesquera. ¿Se puede pensar que por la Pesc España vaya a renunciar a unas relaciones especiales con América Latina? No. Por el contrario, la dimensión europea aporta un plus a las políticas nacionales que no sólo deben intentar actuar en común sobre el máximo de materias exteriores, sino sobre todo no hacer nada nacionalmente que vaya en contra de la política colectiva de la Unión Europea.

En el intento de construir la Pesc se arrastran intereses nacionales y prácticas bien distintas, problema que no se resuelve sólo con una reforma del Tratado de Maastricht. Quizás habría que encontrar la forma de lograr, también en este terreno, una convergencia paulatina que serviría para lo que piden Francia y Alemania: reforzar "la eficacia, la continuidad, la coherencia, la solidaridad y la visibilidad", de la Pesc.

Para estos fines podría ser de gran utilidad esa "cláusula de solidaridad". que se baraja, por insistencia alemana pero que otros países defienden también, y que significa que, en términos diplomáticos y sin llegar a la obligación de un asistencia militar, los miembros de la Unión Europea se jurarían lealtad en los mismos términos que los mosqueteros de Alejandro Dumas: "Todos para uno y uno para todos". De aplicarse, valdría más que muchos votos por mayoría.

No deja de ser curiosos que la vieja propuesta francesa de un señor de la Pesc -puesto para el cual se exigiría una persona de "la envergadura política necesaría"- haya resurgido justo después de un viaje muy personal, aunque a la vez europeo, de Jacques Chirac por Oriente Próximo que parece contradecir la idea inicial.

Es más, fue después de ese recorrido cuando se confirmó el nombramiento, con menos grandilocuencia, de un enviado especial de los Quince en la zona, el español Miguel Ángel Moratinos. Aunque habrá que esperar para apreciar su eficacia, es un sistema ya probado en otras ocasiones como en Yugoslavia, que puede resultar menos espectacular pero más operativo que el señor de la Pesc.

Introducir una personalidad de peso -¿cabe imaginar a Valèry Giscard d'Estaing en tal puesto compitiendo en estrellazgo con Jacques Chirac?- como señor de la Pesc en el engranaje de la Unión Europea podría introducir disfuncionalidades en un equilibrio institucional que ha demostrado limitaciones, pero muchas ventajas.En realidad, el señorío de la Pesc va en contra de la Europa de Monnet, en que la Comisión Europea y su presidente tienen un papel central. La creación de tal figura puede parecer más europeísta, pero lo es menos.

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Más razonable parecería la otra opción -que también barajan París y Bonn- de que el señorío de la, Pesc recayera en el secretario general del Consejo de Ministros, un cargo oscuro pero de gran poder que reclama más luz pública y mayor peso político. En consonancia, habría que transformar también a la troika comunitaria para que quedara integrada por este alto funcionario, el presidente de la Comisión o el comisario

encargado de Asuntos Exteriores y el presidente de turno del Consejo de Ministros. Con reformas o sin ellas, elemento esencial para el funcionamiento de la Pesc era la recuperación por Alemania de una normalidad exterior reflejada a los siete años de la caída del muro en su decisión de participar por vez primera desde el Fin de la II Guerra Mundial con tropas en una misión fuera de sus fronteras: en Bosnia. Sin Alemania, la Pesc no podía funcionar., Con Alemania tiene posibilidades, que no garantías.

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