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Érase una vez en Alcobendas

Cuentacuentos gitanos, africanos y suramericanos dan a conocer sus tradiciones

Solo faltó la chimenea. Hubo mecedora, mesita con tapete y hasta velas. Lo único que descubría que no no se trataba de una escena al uso era que en lugar de una abuelita había un camerunés de 1,90 metros contando historias de su tierra. Fue el cuentacuentos intercultural organizado por el Rincón de las ONG, que se celebró ayer en la Casa de la Juventud de Alcobendas (83.000 habitantes).Los organizadores pretendían acercar las culturas a través de la tradición oral y lo consiguieron. Los asistentes descubrieron que al principio de los tiempos bocas y brazos vivían separados, que los gitanos son palabras que escaparon de la boca de un dios y que los quechuas (indios peruanos) fueron esculpidos en la roca de un monte por la luna y el sol. Estas y otras historias tradicionales africanas, gitanas y peruanas fueron contadas por los tres narradores que se encargaron de la velada.

"Los cuentos transmiten valores culturales de cada país y son esenciales sobre todo en África, donde los niños van muy tarde a la escuela y sólo conocen estos valores a través de las historias que les narran en su casa", explica Boniface Ofogo, el cuentacuentos camerunés, antes de narrar su primera historia de cómo el brazo ha de trabajar toda la vida para alimentar a la boca porque en la creación fue incapaz de alcanzar la luna.

Boniface, un veterano en las lides de la interculturalidad, se movía por el escenario simulando los movimientos del león, los siseos de la serpiente o las carreras de la liebre, mientras relataba cómo se conocieron las mujeres y los hombres en el albor de la humanidad y descubrieron que "hacer molongolo" era bueno y divertido.

Su compañera, la contadora peruana Mercedes Carrión Tejada deambulaba por la sala mirando, señalando, provocando la respuesta del público y simulando la ansiedad del sol esperando del cielo la llegada de la luna. El cuento narrado por Carlos Muñoz, del colectivo gitano, hablaba también de creación y de orígenes, mientras el contador intentaba traducir la sonoridad de las palabras calé al castellano.

En los cuentos hay valores que se repiten. Las relaciones entre hombres y mujeres fueron abordadas en todos y fueron las que más sonrisas despertaron en el público. No sorprendió a nadie: "Es común que las diferentes culturas afronten los mismos problemas y por eso las historias se repiten, incluso en países muy distantes", asegura Mercedes Carrión.

Pero cada cuento, como cada país, tiene su idiosincrasia. El cuento africano habla de hospitalidad, de amistad. El peruano es fundamentalmente trágico en su final, aunque no exento de humor. Y el gitano se hunde en las raíces de la explicación del origen de un pueblo nómada por naturaleza. Muy pocos de ellos tienen moralejas claras y desde luego, no todos acaban bien.

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