"El hombre salvaje es un mito instintivo de la cívilización occidental"
Una línea ininterrumpida une a Tarzán y a Conan -el bárbaro e las revistas pulp, los tebeos y las películas- con los cíclopes riegos o los faunos romanos. Todos ellos, aunque diferentes, son manifestaciones de un mismo estereotipo, el del hombre salvaje, omnipresente, y muy vivo, en la civilización occidental. Esta es la opinión del antropólogo Roger Bartra (México, 1942), que ha dedicado una pasionante investigación al tema, de la que acaba de aparecer en castellano una primera entrega: el libro El salvaje en el espejo (Destino). "El hombre salvaje es un mito distintivo de a civilización occidental, y una de sus claves", afirma Bartra.El salva en el espejo parte de la impresión que provocó en Bartra la crónica de Bernal Díaz del Castillo sobre la fiesta organizada en la plaza mayor de México por los conquistadores españoles para celebrar la paz de Algues-Mortes. Montaron un bosque artificial e hicieron evolucionar por él a salvajes representando exóticas escenas. Lo curioso del caso es que esos salvajes de teatro no eran indios, como parecería lógico, sino europeos peludos y armados con garrotes. Para Bartra, los conquistadores "se habían traído su propio salvaje para evitar que su ego se disolviera en la extraordinaria otredad que estaban descubriendo".
A partir de esta curiosa imagen, el antropólogo se lanzó a un recorrido por los hombres salvajes de la tradición occidental, en la literatura y la iconografía.
Y El salvaje en el espejo es ese fascinante viaje, desde los agrioi griegos (centauros, silenos, sátiros, ménades, cíclopes), hasta el Calibán de Shakespeare, el caníbal de Montaigne y el cervantino Cardenio, al que Don Quijote encuentra viviendo desnudo en Sierra Morena.
En el camino, Bartra se detiene en los faunos romanos, los hombres salvajes de la Biblia, los anacoretas del desierto del primer cristianismo y el homo sylvaticus de los bosques medievales (con Merlín y el legendario Juan Crisóstomo como paradigmas), entre otros personajes.
"Puede parecer paradójico, pero el hombre salvaje es un mito esencialmente occidental", dice Bartra. "No puedes ir a ningún lugar de Europa sin topar con él en alguna de sus formas o mutaciones. Es un elemento omnipresente y definitorio de la cultura occidental".
Según el autor, "aporta la idea de alteridad, la otredad que la cultura europea necesita. Inventando y reinventando continuamente al hombre salvaje, al otro, el hombre civilizado ilumina los rincones oscuros a los que no llega la razón, rincones que esconden cosas extrañas, temibles unas, atractivas otras -lo erótico-, y que la mente puebla de seres imaginarios".
El hombre occidental, entonces, imagina y proyecta fuera de sí el hombre salvaje, peludo, violento y libidinoso -y a la vez en contacto con el mundo natural y sus secretos-, sin ser consciente de que Ia otredad es independiente del conocimiento de los otros", de que el hombre salvaje es en realidad una imagen especular.
Un estereotipo europeo
El estereotipo del salvaje, pues, o es producto del colonialismo, el contacto del europeo con los habitantes del Tercer Mundo, sino una idea que se generó mucho antes. El salvaje, señala Barra, es un hombre europeo, y la noción de salvajismo fue aplicada a pueblos no europeos como una transposición de un mito ya perfectamente estructurado.El salvaje en el espejo es un libro de antropología, pero abierto a otros ámbitos e incluso atravesado por un cierto hálito poético. "Me interesa la dimensión literaria e iconológica del hombre salvaje, la manera en que la soledad recibe y codifica estas imágenes", dice el autor. "Y he escrito El salvaje en el espejo como una reacción crítica contra exceso de estructuralismo y funcionalismo que prevalece en antropología. Considero que antropólogo se ha metido en una cueva y yo propongo salir de ahí. En ese sentido, este libro está más cerca de Frazer, de la tradición clásica abandonada por la disciplina, que de Levi-Strauss. Es un viaje erudito, pero eso no significa que no pueda ser ameno y divertido".
En la continuación de El salvaje en el espejo, El salvaje artificial, que acaba de aparecer en EE UU (Michigan Press) y que editará próximamente Destino, Bartra aborda otras mutaciones del hombre salvaje, como el Segismundo de La vida es sueño y el monstruo de Frankenstein.
Babelia
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