_
_
_
_

Miles de cubanos piden a san Lázaro que la visita del Papa les traiga suerte

La iglesia de san Lázaro, en el poblado de El Rincón, se llenó ayer de miles cubanos rebosantes de fe, puros y flores para Babalú Ayé, el santo milagrero y sincrético más venerado en la isla, al que pedían que la suerte les acompañe con la visita del Papa. Como todos los años, algunas personas llegaron a gatas con las rodillas cuajadas de llagas y sangre después de arrastrarse varios kilómetros desde el pueblo cercano de San Antonio de las Vegas. Otros cargaban piedras atadas al tobillo mientras sus familiares apartaban a la gente y limpiaban el polvo del camino.

Ni el párroco Gabriel Torres, ni el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, se engañaban. Sabían muy bien que la mayoría de los que se encontraban en el templo venían a pagar promesas o a pedir favores a Babalú Ayé, el orisha más mujeriego y caritativo de la religión afrocubana, que se sincretiza con San Lázaro.Eran las 10.20 y, en la sacristía, Jaime Ortega se preparaba para oficiar una ceremonia religiosa multitudinaria en la que anunciaría una vez más el viaje del Papa a Cuba en 1997. Ya lo había hecho en la catedral de La Habana durante el estreno mundial de Misa mubana, una composición de uno de los mejores pianistas de la isla, José María Vitier, y en la que cantó Silvio Rodríguez. Entonces estuvo presente un miembro del Buró Político del Partido Comunista, el ministro de Cultura Armando Hart, pero este 17 de diciembre, en la iglesia de San Lázaro, sólo había devotos del viejo.

El viejo, o Babalú Ayé, fue siempre uno de los orishas preferidos por los cubanos debido a sus poderes milagrosos y a su capacidad de resolver problemas. Por ello, todos los años, desde mucho antes de la revolución, el santuario de San Lázaro, en El Rincón, fue un lugar de peregrinaciones masivas los días 15, 16 y 17 de diciembre. Cuando la crisis se agudizó, éstas aumentaron y llegaron a ser de más cien mil personas durante los tres días.

Las solicitudes de los fieles han ido cambiando. Los curas más veteranos recuerdan que en 1993, cuando la situación económica fue más grave, la gente pedía dinero, comida, y hubo una noche, la del 16 de diciembre, en que miles de cubanos profirieron dentro de la iglesia gritos de "libertad, libertad". En aquella ocasión, ante el temor de que la reclamación popular pudiese provocar una respuesta policial, el párroco tranquilizó a algunos periodistas y neófitos: "Nos han asegurado que, mientras la gente sólo grite libertad, no va a pasar nada".

En 1994 se produjo la "crisis de las balsas", y, aquellas navidades muchos cubanos pidieron públicamente ante el altar que sus familiares retenidos en la base naval de Guantánamo pudiesen entrar a EE UU. "En los dos últimos años, la gente pide cosas mucho más concretas: que les funcione bien su negocito privado, que puedan casarse con un gallego o salir del país por vía legal", comentaba ayer uno de los fieles.

El mulato, con el cuello engalanado de collares de santo, escuchó a Ortega cuando, durante su homilía, anunció que el Papa visitaría Cuba muy pronto. No tenía mucha noción de las tensiones que habían marcado las relaciones Iglesia-Estado en los últimos años, pero sí sabía que recientemente Fidel Castro y el Papa se habían reunido en Roma, y que ahora la Iglesia era mejor vista por el Gobierno de su país. Sin embargo, como a muchos de los que estaban allí, parecía darle igual. "Yo sólo he venido a traerle a San Lázaro unos tabacos y unas flores para que me dé salud a mí y a mi familia", dijo.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Dentro de la Iglesia había dos altares. Desde uno, donde estaba San Lázaro obispo, el arzobispo explicaba que la devoción a los santos es algo totalmente distinto del honor que se tributa a Dios. En. el otro, una imagen de Lázaro el mendigo estaba rodeada de gente que tiraba flores, monedas y puros mientras pedían que la suerte les acompañe el año próximo, el de la visita del Papa.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_