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Reportaje:

El agente sin rostro al que faltaba una falange

El alemán de turbio pasado detenido en Medellín explotaba en Colombia la rica 'industria' del secuestro

Hasta el pasado 17 de noviembre -cuando cayó en manos de la policía colombiana, que le detuvo en el aeropuerto de Medellín al intentar salir del país en un avión alquilado, junto con su esposa Ida y la rehén liberada de las manos del Ejército de Liberación Nacional (ELN)- el superagente Werner Mauss, de 56 años, era un hombre sin rostro. Los pasaportes que llevaban él y su mujer eran una falsificación perfecta, porque los había expedido la Embajada de Alemania en Colombia. No obstante, un detalle le delató: al agente sin rostro le falta la falange de uno de los dedos y este dato se conocía en esos ambientes. Mauss estaba desenmascarado.Escándalos y acciones espectaculares jalonan la carrera de este superagente, "pillo, inteligente, sin escrúpulos y de ideas brillantes", como le califica el semanario Focus. Este cuidador de caballos, su profesión inicial, nacido en Essen, en la cuenca minera del Ruhr, se convirtió en detective privado que cumplía las funciones propias de este gremio: observar y tratar de cazar a maridos infieles. Esto duró poco.

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Mauss estaba llamado para tareas más importantes. Su primera hazaña conocida fue la detención el año 1970 de dos delincuentes alemanes, encarcelados por robo y asesinato de policía, que se fugaron a España, donde cayeron en las manos de Mauss. En 1975 unos yugoslavos robaron joyas de la cámara del tesoro de la catedral de Colonia. Por encargo del seguro, Mauss se hizo pasar por perista interesado en la compra del tesoro y consiguió descubrir a los autores, que fueron detenidos. En otra ocasión, en 1973, Mauss compró a unos delincuentes la llave general robada de la sede de Volkswagen, con la que los ladrones hubieran podido acceder a los locales y amenzaban con venderla a grupos ácratas dispuestos a cometer atentados.

En 1976, en Atenas, Mauss y su mujer de entonces consiguieron tender una trampa a uno de los terroristas aleemanes más buscados de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), Rolf Pohle, quien cayó en manos de la policía griega, que la entregó a la alemana. En Líbano, intervino en la liberación de dos ejecutivos alemanes en poder de las guerrillas proiraníes.

Nunca se ha aclarado del todo su papel en uno de los casos más oscuros de la reciente historia alemana. El 1 de octubre de 1987, el presidente de Gobierno del Estado federado de Schleswig-Holstein, el democristiano Uwe Barschel, fue hallado muerto en la bañera de un hotel de Ginebra. Ese día Mauss se encontraba allí, pero niega haberse reunido con Barschel, cuya muerte nunca ha quedado del todo aclarada.

En los años ochenta Mauss traslada su campo de acción, que de hecho es todo el mundo, hacia Colombia, donde se implica en la rica industria del secuestro y compra de protección a los grupos guerrilleros. Los elenos (ELN) respetan el oleoducto que construye una multinacional alemana a cambio del impuesto revolucionario o prestaciones en especie. Interviene Mauss en rescates, pero además trabaja para la multinacional alemana Siemens en el tráfico de influencias. Se le atribuye un papel destacado en la adjudicación de las obras del metro de Medellín.

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Cuando le detuvieron en Medellín, Mauss llevaba cuatro teléfonos móviles, un fax portatil, un teléfono para comunicar vía satélite y un ordenador. Todo ello para delicia de la policía local, que se dedica sin duda a buscar conexiones. Y para horror de Bernd Schmidbauer, el ministro alemán responsable de la coordinación de los servicios secretos, y de más de un pez gordo de las multinacionales a las que prestaba sus servicios. Si no le sacan pronto, Mauss puede convertirse en una bomba de tiempo o en un objetivo atractivo para un sicario.

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