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"El imperio americano se hace pedazos"

Andrés Fernández Rubio

Gore Vidal enseña su colmillo retorcido desde el primer momento, cuando un fotógrafo se arrodilla para retratarle en contrapicado y él le hace señas rápidamente para que vuelva a ponerse en pie mientras masculla: "Te descuidas y todos quieren hacer Ciudadano Kane". Luego posa para la entrevista por su lado mejor, el izquierdo, y saluda frente a un equipo de televisión a la manera de la monarquía británica; es decir, desenrollando un bote de mermelada boca abajo, como él mismo explica en su libro autobiográfico Una memoria, editado por Anaya & Mario Muchnik. Vidal ha viajado a Madrid para presentar el volumen (mañana celebrará un debate con el público en el Círculo de Bellas Artes a las ocho de la tarde), un texto escrito en defensa propia frente a libros de otros en los que se ve dibujado sin exactitud.Se las sabe todas Gore Vidal, de 70 años y uno de los grandes intelectuales norteamericanos, novelista, ensayista, dramaturgo, guionista de Ben-Hur o actor; nieto del senador populista ciego Thomas Pryor Gore; pariente de Al Gore; relacionado con Jackie Kennedy a través de un padrastro que ambos compartieron; interesado él mismo en la carrera política dentro del Partido Demócrata mucho tiempo...

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Amor, sexo, amistad

"Yo quería ser presidente y dio la casualidad de que un amigo mío lo consiguió", explica sin inmutarse Gore Vidal refiriéndose a John F. Kennedy -el escritor Martin Amis destacó en Vidal tras entrevistarle "su falta de modestia, su inigualable y divertido narcisismo, su auténtico amor por sí mismo"-.

Los Kennedy aparecen sobradamente en Una memoria, y Gore Vidal captura al lector desde el primer capítulo cuando cuenta cómo Jackie Kennedy "se subía el vestido y le enseñaba a la inocente Nini cómo hacerse una irrigación después del acto sexual". ¿Qué opina Gore Vidal del revival de Jack y Jackie Kenedy en Estados Unidos y de aquella presidencia resumida en una palabra: Camelot? "Uhhh", brama. "Camelot era la mafia. Y lo digo literalmente, era una familia criminal, empezando por el abuelo del presidente, que se encargaba, desde la alcaldía de Boston, de controlar el mundo del hampa en la ciudad. Su hija se casa con John Kennedy, quien hereda las relaciones de su suegro con FranK Costello, jefe de la mafia de la Costa Este de Estados Unidos. John Kennedy, hasta que su hijo llegó a presidente, comía una vez a la semana con Frank Costello en Central Park South de Nueva York: una comida entre criminales".

Ácido comentarista de la vida americana desde su retiro italiano de Ravello, Gore Vidal cree firmemente que el declive del imperio americano es un hecho, y una ocasión alertó sobre la posibilidad de que, como en el caso de Kennedy, Bill Clinton cayese asesinado. "Pensé que el odio que Clinton y su mujer estaban generando en sectores del pueblo americano podía terminar en un intento de asesinato", comenta. "Pasó lo mismo con John F. Kennedy. Los Kennedy también creaban a su alrededor esa clase de histeria, y, aunque los Clinton son mucho más inocentes, generan el mismo odio y una especie de rabia en un país donde cualquiera tiene en su casa una pistola".

En opinión del sarcástico e implacable Gore Vidal, "cualquiera que no odie a los negros será odiado por un tercio de la población de Estados Unidos. Y Clinton los defiende. Ese sector también odia a las mujeres que se salen del tiesto, como Hillary Clinton, que es demasiado brillante para ellos. Como dijo una vez uno de la derecha dura: 'Es la primera dama de cualquiera". Y respecto a las posibles aspiraciones presidenciales de su pariente, Al Gore, Vidal afirma: "Tiene la ambición de Cromwell. Pero van a ser cuatro años terribles porque el imperio se está cayendo a trozos". Y ofrece como datos significativos el endeudamiento del país, la falta de control de las armas, el mínimo gasto educativo v el fracaso de la cultura.

Vidal se ha hecho célebre por su mordacidad, su frialdad y sus broncas. En una ocasión Norman Mailer le tiro el líquido de un vaso a la cara y le dio un puñetazo, y su enemistad con Truman Capote, al que llama cara de feto en el libro, es legendaria -se le atribuye la siguiente frase cuando le comunicaron su muerte: 'Ése fue un buen paso en su carrera'- En una fotografía del libro aparecen Capote, Tennessee Williams y él. "No podía soportar a Capote", dice Vidal. "Mentía acerca de todo, la mentira era su forma de expresión artística. Podías ver cómo se lo inventaba todo sobre la marcha, sobre todo si se trataba de gente famosa.si hubiera tenido la mitad de imaginación para su obra de ficción hubiera sido un novelista importante. Comencé a evitarlo cuando supe que se dedicaba a extender mentiras sobre mí. Por el contrario, fui muy amigo de Tennessee. Gran clase. Viajábamos, reíamos... Pero se volvió loco a base de píldoras y alcohol".

El índice de Una memoria, titulado en inglés Palimpsest, está plagado de nombres famosos con los que Gore Vidal despliega su cinismo, su humor despiadado y, a veces, como en el caso del filósofo George Santayana, su admiración y cortesía. El escritor pide que no se tome demasiado en serio a los miembros de la generación beat, por ejemplo, pese a que tienen capítulo propio en las memorias. "Fue un fenómeno basado realmente en el extraordinario don de Allen Gingsberg para la publicidad", dice. "Allen pensaba que yo tenía demasiado éxito y que no encajaba. Pero lo cierto es que yo estaba demasiado ocupado con el sexo y la literatura, sin tiempo suficiente para ir conduciendo coches a través del país. Kerouac era un hombre dulce, aunque un mal bebedor que se acabó matando por eso. Era horriblemente estúpido, verdaderamente estúpido, pero tenía ese adorable don de la frescura. He releído En la carretera y es dulce como el trabajo de un niño: sus ojos están abiertos, se siente bien, está enamorado de Neal Cassady... Este último hecho nunca ha podido ser aceptado por ninguno de los críticos que lo han colocado en la columna de los heterosexuales. Por eso he tenido que ocuparme en mis memorias [Vidal narra su encuentro sexual de una noche con Kerouac] de sacarlo de esa columna y de ponerlo en la que realmente le corresponde, que es en la otra o en ambas a la vez. Era un espíritu libre"

Babelia

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