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Entrevista:

"La paz del 'apartheid' no vale"

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, daba caladas el pasado miércoles a un puro Davidoff, en su despacho de Jerusalén, mientras insinuaba que pueden faltar tan sólo unos días para el acuerdo sobre la retirada de las fuerzas israelíes de Hebrón.Pregunta. ¿No se han estancado las negociaciones de Hebrón precisamente porque el punto clave de las mismas es el llamado derecho israelí "de plena persecución" en el interior del territorio palestino? Es decir el que, de reconocerse, establecería una grave limitación a la autonomía.

Respuesta. No estoy de acuerdo. Ellos pueden tener su punto de vista sobre la nacionalidad; evidentemente, nosotros tenemos una opinión diferente. El derecho de persecución es un problema, pero que ambas partes pueden solventar. Dudo mucho que alguien piense que no vamos a tomar las medidas necesarias para defender las vidas de los israelíes. Incluso apostaría a que muchos palestinos piensan lo mismo. La razón de que se produjera un retraso el mes pasado no es que hayamos estado regateando sobre este asunto. La demora fue una decisión estratégica que tomó Arafat con la intención de que se culpase inmediatamente a Israel. El clima internacional es tal que, pase lo que pase, se echa la culpa a Israel. A su vez, se supone que este ambiente de crisis presionará a Israel en toda una serie de cuestiones no relacionadas con Hebrón, pero que tienen que ver con las negociaciones de Oslo II, entre ellas una repliegue de las fuerzas israelíes.

P. Tras la retirada de Hebrón, la mayor parte de la población palestina gozará de autonomía, pero seguirá sin gobernar la mayor parte del territorio que esperaba conseguir gracias a Oslo. Haría falta un repliegue mayor.

R. Nunca se ha especificado la extensión del repliegue. Los acuerdos dejan abierta la decisión final relativa a dónde se situará la Autoridad Palestina geográficamente hablando.

P. ¿Aceptaría la creación de un Estado palestino?.

R. No. En el acuerdo final debemos definir un nuevo modelo para Israel y para los palestinos. La gente parece atrapada en un atasco según el cual habrá o un sometimiento militar por parte de Israel o una autodeterminación total y desenfrenada para los palestinos. Tenemos que salir de este embrollo y encontrar un modus vivendi intermedio. Éste no es únicamente el caso de Israel y los palestinos, sino también el de docenas de países que se enfrentan al mismo problema. Y raras veces se acepta ya que la solución sea dividir en Estados separados e igualmente soberanos a los países en los que hay varios grupos nacionales que viven en el mismo territorio. Esa solución sería muy problemática en nuestro caso. La mayoría de los israelíes siente escalofríos ante esta posibilidad, no sólo debido a sus lazos históricos con el corazón de la patria judía -las colinas de Judea y Samaria-, sino también debido a las amenazas que pueden surgir de esa clase de Estado soberano. Los palestinos podrían crear un gran Ejército con cohetes y misiles; podrían controlar el espacio aéreo y las aguas de Israel. La soberanía habitualmente implica el control de todo ello. Y eso es un riesgo inaceptable para Israel. Incluso aquellos israelíes que aceptan ostensiblemente un Estado palestino, le dirán que lo aceptan "con tal de que no amplíen su Ejército ni suscriban actos con otros estados como Irak o Irán; con tal de que no controlen el espacio aéreo; o de que no traigan millones de refugiados".

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P. ¿Va a construir nuevos asentamientos?

R. Incluso los gobiernos anteriores dejaron claro que los asentamientos permanecerían. El propio Rabin afirmó que los acuerdos de Oslo no "excluían", bajo ninguna circunstancia, una expansión de los asentamientos. Y fue fiel a su palabra. Bajo su Gobierno, los asentamientos experimentaron una expansión sin precedentes. No voy a hacer menos que Rabin. En lo que se refiere a los nuevos asentamientos, esta cuestión ha sido encomendada a una decisión del consejo de ministros. Y el consejo de ministros aun no ha tomado una decisión sobre ello. He de decir que esta idea, según la cual tenemos que hacer del corazón de la tierra judía un Judenrein (tierra sin judíos en alemán) es enemiga de la paz. Me desconcierta totalmente que el mundo siga contemplando una paz de tipo apartheid como la receta para la armonía entre israelíes y palestinos. Si le hubiera dicho que tenemos que eliminar los asentamientos palestinos o reducir el desarrollo natural de sus comunidades, usted se soliviantaría. Sin embargo, la gente nos está diciendo que los judíos que viven en áreas que han constituido la patria judía desde hace 3.000 años no pueden casarse, no pueden tener hijos, no pueden tener escuelas, deben marcharse: la clase de monstruosa maquinación humana que nosotros jamás intentaríamos aplicar a la parte contraria. Nosotros no intentamos controlar el desarrollo natural de las comunidades palestinas. ¿Por qué habría que aplicar ese criterio inhumano con nosotros? Tenemos que superar esta invocacion que dice: "Los asentamientos son un obstáculo para la paz". ¿Por qué?

Hablemos de Cisjordania. Está despoblada. Tiene el 3% de la densidad de la abarrotada zona costera de Israel. Y habría permanecido despoblada si, debido a lo que Mark Twaín denominaba la fuerza de "la vida y la circunstancia", los judíos no se hubieran establecido allí. No existe base legal, moral o histórica para negar al pueblo judío el derecho a vivir en su antiguo suelo patrio. No intentamos expulsar a nadie que viva allí. ¿Por qué intentan expulsarnos a nosotros? Tenemos que encontrar un modo para convivir los unos con los otros. Cuanto antes eliminemos del vocabulario político el concepto de asentamientos desarraigados o el de expulsar a quien sea -árabes o judíos- antes llegaremos a la paz.

P. El acuerdo con Israel partió de la base de "paz por territorios", que los países árabes interpretan como que algún día habrá un Estado palestino.

R. Bueno, no creo que llegaran a pensar que Menájem Beguin o Isaac Shamir fueran a crear un Estado palestino. Por otro lado, Rabin se mostró completamente inflexible sobre este punto durante la mayor parte de su mandato. También es totalmente opuesto a lo que las negociaciones significan. Por supuesto, tenemos nociones diferentes. Ellos expondrán sus pareceres; nosotros, los nuestros. A continuación llegaremos a un compromiso. Pero aceptar de antemano su punto de vista de un acuerdo final querría decir que las negociaciones no son necesarias. Pero el pueblo de Israel no aceptará ninguna imposición por la que deban aceptar un vigésimo segundo Estado árabe que suponga un peligro mortal para un único Estado judío. El que haya buena gente en todo el mundo que acepta crédulamente esta fórmula no conduce a la paz.

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