La ESO y el listón

Con fecha de 12 de noviembre apareció publicado en la página 31 de EL PAÍS un artículo titulado La ESO sube el listón del éxito escolar, en el que se mencionaba la apología que del nuevo sistema realizaba el consejero catalán de Enseñanza, Xavier Hernández, argumentando que el hecho de que un 76% del alumnado obtuviera el título de graduado escolar en educación secundaria -frente al 60% que conseguía el graduado escolar- constituía la mejor garantía de la eficacia del nuevo modelo educativo. Tales declaraciones evidencian un amplio desconocimiento de la realidad de nuestro sistema docente por los motivos que a continuación voy a exponer:

1. Se ha ignorado -no sé si deliberadamente- el hecho de que gran parte de este porcentaje de alumnos obtiene el título con una o dos asignaturas suspensas, posibilidad que no estaba contemplada en la adjudicación del título de graduado escolar, donde era imprescindible que el alumno hubiese satisfecho el nivel mínimo exigible en todas las materias.

2. Antes de llegar a la evaluación definitiva, se procede a facilitarle las cosas al alumno por medio de mecanismos diversos tales como la atención individualizada, la adaptación curricular o el taller de diversificación, lo cual viene a suponer una devaluación creciente del aprobado que hace casi imposible de hecho el fracaso escolar.

3. La entrada en vigor de la LOGSE ha traído consigo una perversa tergiversación de los papeles respectivos del profesor y el alumno, desde el momento en que la autoridad competente (inspección educativa) procede sistemáticamente a una ardua labor de caza y captura del profesor que se "excede" en el número de suspensos (seguimientos, solicitud de informes, revisión de los criterios de evaluación). Lo que antes era un profesor exigente ahora es un profesor que no sabe "motivar" a los alunmos. O sea, que si el alumno suspende, la culpa es casi siempre del profesor.

Rogaría, pues, al señor Hernández que procurara tener un conocimiento más directo de la realidad del aula antes de dedicarse a hacer razonamientos puramente aritméticos.-