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André Malraux entra en la leyenda de los grandes hombres de la literatura francesa

Los restos del escritor fueron depositados ayer en el Panteón de París

Enric González

Los restos de André Malraux (1901-1976) pasaron ayer por debajo del frontispicio del Panteón de París y de la leyenda que corona el pórtico: "A los grandes hombres, la patria reconocida". Malraux se convirtió así en el quinto escritor francés enterrado en el Panteón, tras Rousseau, Voltaire, Zola y Hugo. Aunque el honor último no le fue concedido tan sólo por su obra literaria: fue también combatiente, dandi, aventurero, esteta, ministro y amigo de Charles de Gaulle. En su incorporación al mausoleo republicano ha pesado, sin duda, el hecho de que un gaullista,Jacques Chirac, ocupe la presidencia.

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Malraux no tuvo un Malraux que le introdujera en la gran catedral laica de la República. En 1964, cuando los restos de Jean Moulin, héroe de la Resistencia torturado hasta la muerte, fueron trasladados al Panteón, Malraux se erigió en orador tétrico y grandioso con un discurso que, escuchado hoy, sigue provocando escalofríos: "Entra aquí, Jean Moulin, con tu terrible cortejo de sombras..."Aquellas palabras de otra época,, de un tiempo de gigantes, volaron ayer sobre el frío y la oscuridad de la plaza del Panteón, y acompañaron a su último destino a quien las pronunció 32 años atrás. Cientos de antorchas iluminaron el trazado de la calle que desemboca. en el Panteón, como si se tratara de una pista de aterrizaje bajo el cielo nocturno. Fue una referencia a su papel como combatiente antifascista en la guerra de España (pese a no ser soldado), en la que creó una pequeña escuadrilla aérea (pese a no ser piloto) y donde, pese a su vocación orientalista, encontró una segunda patria que no pudo volver a pisar: juró no hacerlo mientras durara la dicta dura militar.

Grupos de alumnos del Instituto André Malraux desplegaron fotografías que mostraban al héroe en sus distintas facetas. Seis cadetes de aviación transportaron después el féretro hasta la entrada del Panteón, donde esperaba un catafalco flanqueado por las esculturas de cuatro gatos, animal fetiche del autor de L'espoir (La esperanza) y La condición humana.

"Usted nos enseñó a desconfiar de las respuestas fáciles, usted fue un hombre de inquietud y de búsqueda, usted trazó su propio destino' diio el presidente Jacques Chirac en su elogio fúnebre.

Hasta el interior del edificio acompañaron los, restos el presidente y lo que queda de la familia Malraux: su abuelo y su padre se suicidaron, una de sus mujeres falleció arrollada por un tren, otra de enfermedad, y sus dos hijos murieron en accidente. Ayer estaban presentes su viuda Madeleine -que antes fue viuda del hermanastro de André y Sophie, que le asistió en su vejez.

Acto internacional

Para complementar el gran homenaje nacional a Malraux, la Unesco celebró por la mañana un acto de tono más internacionalista en el que, tras una introducíón del académico Jean D'Ormesson, el escritor y ex ministro español Jorge Semprún y el escritor y ex revolucionario Régis Débray glosaron la vida y obra del autor de L'espoir.

"Rebelde cubierto de honores", "coronel español y francés", "saqueador de templos", "aventurero", "escritor más inteligente de su generación" y, por tanto, "paradoja viviente", según D'Ormesson. "Se comprometió en la experiencia histórica de cuerpo, y alma, obra y vida mezcladas.", dijo Semprún. Supo vaticinar dos fenómenos actuales: el renacimiento de "esa cosa oscura y tenaz llamada nación" y, a la vez, la mundialización, que por entonces no tenía aún, nombre, agregó Débray.

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