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Clérigos shiíes amenazan de muerte a los fiscales alemanes que acusan a Irán de terrorismo de Estado

Las relaciones diplomáticas entre Alemania e Irán están siendo sometidas estos días a una auténtica prueba de resistencia, que amenaza con romperlas. El origen de la disputa es la acusación de la fiscalía de Berlín de que el Gobierno de Teherán dio la orden de asesinar en Alemania, en 1992, a cuatro opositores kurdos al régimen islámico. En el proceso que se sigue por el asunto, conocido como caso Mykonos, los fiscales aseguraron que Irán es el responsable directo del atentado. Los líderes religiosos iraníes han respondido emitiendo una amenaza de fatwa (condena de muerte) contra los tres miembros del equipo acusador que recuerda a la lanzada contra el escritor británico de origen indio Salman Rushdie.

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Las amenazas de muerte han sido recibidas con una enérgica protesta por el ministro alemán de Justicia, Edzard SchmidtJortzig, que las ha calificado de inaceptables, al igual que la acusación de los líderes espirituales iraníes de que los fiscales del caso actúan como "perseguidores fascistas". Religiosos de la ciudad iraní de Qom y estudiantes del Corán aseguran que "la ofensa de los fiscales alemanes es del mismo tipo de la de los Versos satánicos", libro por el que el fallecido ayatolá Jomeini emitió una fatwa (decreto religioso de muerte) contra Rushdie.En los últimos días, el Gobierno de Bonn asiste con preocupación a numerosas protestas ante su Embajada en Teherán, y teme que se hagan realidad las amenazas de ocupación de su sede diplomática que vociferan los manifestantes. Tras la amenaza de emitir otra fatwa contra los fiscales de los líderes religiosos iraníes, el portavoz del Gobierno alemán, Peter Hausmann, aseguró que Bonn no se doblegará a las presiones iraníes, e insistió en que el Gobierno del canciller democristiano Helmut Kohl "va a mantener la política de cabeza fría" que ha seguido hasta la fecha.

A raíz de las acusaciones de la fiscalía en el proceso, el ministro alemán de Exteriores, Klaus KinkeI, se mostró partidario de "continuar el diálogo crítico con Teherán", que Bonn viene aplicando a su política exterior. Pero tras la escalada del enfrentamiento, Kinkel no ha dejado de recibir presiones desde distintos círculos alemanes para que abandone ese concepto. Así, el ministro de Desarrollo Carl Dieter Spranger criticó duramente "el terrorismo de Estado iraní contra aquellos que tienen otra forma de pensar". Spranger consideró "intolerables" las "amenazas de muerte no veladas contra los representantes de la justicia alemana". Pero incluso a pesar de la opinión un sector minoritario del Gobierno, el Ministerio de Exteriores alemán considera que la ruptura de relaciones con Irán sería completamente contraproducente. Kinkel insistió en que la actitud de Bonn hacia Teherán no debe de ser de ruptura sino que por el contrario es necesario evolucionar hacia una "política de influencia activa".

Desactivar la crisis

Al caer la noche de ayer, el canciller Helmut Kohl, en un intento de desactivar la crisis, aseguró que ni el Gobierno ni la justicia alemanes quieren "herir los sentimientos religiosos del pueblo iraní y su dirección espiritual".La preocupación iraní por las consecuencias del caso Mykonos también es evidente. Según diversas informaciones, antes de que comenzase el juicio, Teherán intentó por todos los medios que no se llevase a cabo. Una vez iniciado, cuando afloraron las acusaciones directas de terrorismo de Estado, Irán desenterró la vieja crítica de que Alemania había vendido armas a Irak durante la primera guerra del Golfo, que enfrentó a los dos países.

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La acusación particular en el juicio, que se desarrolla en Berlín, respalda la actitud de la fiscalía y ha pedido al Gobierno alemán una actuación más enérgica contra Irán. Según el abogado Otto Schily, que a la vez es vicepresidente del grupo parlamentario socialdemócrata en el Bundestag (Parlamento), la amenaza de muerte contra los fiscales "es una declaración de guerra contra todo el pueblo alemán". Al igual que los fiscales, la acusación particular ha solicitado cadena perpetua para el ciudadano iraní Karem Darabi, presunto miembro de los servicios secretos iraníes (Vevak), como supuesto organizador del atentado, y al ciudadano libanés Abas Rayel, como supuesto autor material de los disparos que costaron la vida al presidente del Partido Democrático del Kurdistán (iraní), Sadej Jaraficandi, y a otros tres disidentes kurdos iraníes, en el restaurante berlinés Mykonos.

Schily solicitó, fuera del tribunal, que, ya que el Gobierno de Irán dio la orden, Alemania debe suspender todos los créditos al régimen de Teherán y debe cerrar su Embajada en Bonn, que sirve, añade, como centro logístico para cometer asesinatos políticos.

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